La perla mágica de Luna



Había una vez en un bosque encantado, una hada llamada Luna. Luna era conocida por ser la más traviesa de todas las hadas del bosque. Siempre estaba jugando bromas a los animales y haciendo travesuras a los duendes.

Un día, mientras volaba por el bosque, Luna vio un arco iris que brillaba con colores tan intensos que no pudo resistir la tentación de tocarlo. Sin pensarlo dos veces, se acercó volando y pasó a través de él.

Al atravesar el arco iris, Luna sintió una extraña sensación en su cuerpo. De repente, se dio cuenta de que sus alas habían desaparecido y en su lugar había crecido una larga cola de pez.

Asustada, comenzó a nadar desesperadamente intentando volver al bosque, pero parecía estar atrapada en otro mundo. "¡Ayuda! ¡Ayuda!" -gritaba Luna mientras nadaba sin rumbo fijo. De repente, una voz suave y melodiosa se escuchó a lo lejos.

Era una sirena que vivía en aquel mundo submarino y que había escuchado los gritos de auxilio de Luna. "Tranquila hadita, déjame ayudarte" -dijo la sirena acercándose a Luna con ternura.

La sirena le explicó a Luna que para poder regresar al bosque encantado debía encontrar la perla mágica escondida en lo más profundo del océano y hacer un deseo sincero mientras la sostenía entre sus manos.

Luna decidió emprender esa peligrosa aventura y junto a la sirena se sumergió en las profundidades del mar. En el camino se encontraron con grandes tiburones hambrientos, medusas venenosas y corales afilados, pero juntas lograron sortear todos los obstáculos gracias a la valentía de Luna y la sabiduría de la sirena.

Finalmente llegaron al lugar donde se encontraba la perla mágica resplandeciente.

Con cuidado, Luna tomó la perla entre sus manos y cerrando los ojos formuló su deseo más sincero: regresar al bosque encantado junto a sus amigos para nunca más volver a ser tan traviesa.

De repente, una luz cegadora envolvió a Luna y cuando abrió los ojos se encontraba nuevamente en el bosque encantado, pero esta vez con sus alas recuperadas y lista para comportarse como la mejor hada amiga de todos los habitantes del bosque. Desde ese día, Luna aprendió que las travesuras pueden tener consecuencias inesperadas pero también descubrió el valor de la amistad verdadera y el poder de hacer deseos desde el corazón.

Y colorín colorado este cuento ha terminado ¡Que vivan las hadas buenas!

FIN.

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