La Perra Perdida y el Payaso Protector



Había una vez una hermosa familia compuesta por los abuelos, Renata, Bruno, Agustín y Sofía. Decidieron hacer un viaje a Monte Hermoso para disfrutar de unos días de sol y playa.

Llegaron emocionados al balneario y rápidamente se instalaron en su cómoda cabaña. Todos estaban ansiosos por empezar a disfrutar del mar y la arena. Pero había un pequeño problema: Kira, la perra de la familia, se había perdido en la playa.

- ¡Ay no! ¡Kira desapareció! - exclamó Sofía angustiada. - Tranquila Sofi, vamos a encontrarla. No te preocupes - dijo el abuelo con calma. La familia comenzó a buscar por todos lados sin éxito.

Estaban cada vez más preocupados hasta que vieron algo inesperado: un payaso loco estaba caminando por la orilla del mar con Kira junto a él. - ¡Miren chicos! ¡Ahí está Kira! - gritó Bruno señalando al payaso.

Corrieron hacia ellos y cuando llegaron, el payaso les explicó lo que había sucedido:- Hola chicos, me encontré a Kira perdida en la playa y decidí cuidarla hasta que aparecieran sus dueños. Soy un payaso pero también amo a los animales.

La familia le dio las gracias al simpático payaso mientras acariciaban a Kira felizmente reunida con ellos nuevamente. Agradecidos por su ayuda, los abuelos invitaron al payaso loco a pasar el día con ellos en la playa.

Jugaron juntos en el agua, construyeron castillos de arena y se divirtieron muchísimo. Pero mientras estaban disfrutando, Sofía hizo una mueca de asco al percibir un olor desagradable. Todos voltearon a ver y se dieron cuenta de que había una caca con olor justo al lado de ellos.

- ¡Eww! ¿Quién hizo eso? - preguntó Renata tapándose la nariz. El payaso loco sonrió y les explicó:- A veces, las cosas más desagradables pueden enseñarnos grandes lecciones.

Esa caca nos recuerda que debemos cuidar el medio ambiente y reagarrar nuestros desechos para mantener nuestras playas limpias. La familia entendió el mensaje y decidieron tomar acción. Con guantes y bolsas en mano, comenzaron a limpiar la playa, reagarrando basura y asegurándose de dejarla impecable.

Al final del día, todos regresaron a su cabaña agotados pero felices. Habían aprendido la importancia de ayudar a los demás, incluso si eran payasos locos o simplemente cuidando el medio ambiente.

Esa noche, antes de dormir, Sofía le dio un abrazo apretado al abuelo y dijo:- Abuelo, hoy aprendimos que no importa quién seas o cómo te veas, siempre puedes hacer algo bueno por los demás. Y también aprendimos que debemos cuidar nuestro planeta para disfrutarlo por mucho tiempo más.

El abuelo sonrió orgulloso mientras acariciaba el cabello de Sofía:- Así es mi pequeña Sofi. Nunca subestimes el poder que tienes para hacer del mundo un lugar mejor. Recuerda siempre ser amable y ayudar a los demás, sin importar las circunstancias.

Y así, la familia aprendió una valiosa lección de vida en su viaje a Monte Hermoso.

Desde ese día, siempre se esforzaron por hacer el bien y cuidar de su entorno, sabiendo que incluso las situaciones más inesperadas pueden traer consigo enseñanzas importantes.

FIN.

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