La perra Preto



En un bello pueblo cercano a las sierras, vivía una perra llamada Preto. Era de pelaje negro brillante, ojos chispeantes y un espíritu juguetón. Preto adoraba pasar tiempo con sus dueños, Juan y María. Cada tarde, salían juntos al parque para correr, saltar y jugar a atrapar la pelota. Juan lanzaba la pelota con fuerza y Preto salía disparada tras ella, ágil como el viento.

- ¡Vamos, Preto, atrápala! – decía Juan emocionado.

Preto corría y saltaba con destreza, feliz de divertirse con su familia. Pero un día, algo triste sucedió. Preto se lastimó una pata y ya no podía correr ni saltar. Juan y María estaban preocupados por su querida perrita.

- Tranquila, Preto. Te cuidaremos y te ayudaremos a sentirte mejor – le aseguró María con dulzura.

A pesar de su lesión, Preto no se dio por vencida. Comenzó a hacer ejercicios suaves y a seguir las indicaciones del veterinario. Juan y María la alentaban y la mimaban, dándole mucho cariño y afecto.

Poco a poco, Preto fue sanando y con paciencia, volvió a recuperar su fuerza y agilidad. Aunque ya no podía correr tan rápido como antes, continuaba disfrutando de sus paseos con Juan y María. Aprendió a divertirse de otras formas, como buscando tesoros escondidos o aprendiendo nuevos trucos.

- ¡Miren lo que sé hacer ahora! – ladraba Preto, mostrando su inteligencia y habilidad.

- Eres increíble, Preto. Siempre nos sorprendes – exclamaba Juan, lleno de admiración.

La historia de Preto nos enseña que, aunque a veces enfrentemos desafíos y dificultades, con amor, paciencia y determinación, podemos superarlos y encontrar nuevas maneras de ser felices. Y así, la perra Preto siguió compartiendo momentos maravillosos con su familia, demostrando que el amor y la alegría siempre están presentes, sin importar las circunstancias.

FIN.

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