La Perra Viajera



Había una vez, en un pequeño barrio de Buenos Aires, una perra llamada Rumba. Rumba era una mezcla de razas, con un brillo especial en sus ojos y una energía que desbordaba. Le encantaba jugar, correr y, por supuesto, hacer nuevos amigos. Pero había algo más en Rumba; tenía un espíritu aventurero que la hacía añorar conocer el mundo.

Un día, mientras exploraba el parque, Rumba conoció a un viejo gato llamado Don Gato, que había viajado por muchos lugares. "¿Te gustaría conocer el mundo, pequeña?"- le preguntó. Rumba movió la cola emocionada y respondió, "¡Sí! ¡Quiero vivir aventuras!"-

Don Gato, sonriendo, le dio un mapa de lugares lejanos. Rumba decide que se embarcaría en una gran aventura. Con la ayuda de un búho llamado Búho Sabio, que tenía la capacidad de volar, Rumba comenzó su viaje dominando la habilidad de navegar por diferentes culturas.

Su primera parada fue en la selva amazónica. Allí, se encontró con un grupo de monos que estaban muy tristes. "¿Por qué están tristes?"- preguntó Rumba. "Hemos perdido nuestras frutas favoritas y no sabemos dónde buscarlas"- dijeron los monos. Rumba, con su olfato entrenado, se puso a buscar y pronto encontró frutas deliciosas. "¡Aquí están!"- exclamó, brindando alegría a sus nuevos amigos. Desde ese día, Rumba se convirtió en la heroína de la selva.

A continuación, Rumba viajó a Egipto. Allí, se encontró con un misterioso gato egipcio llamado Nefertiti. "Necesito tu ayuda, Rumba. He perdido mi collar sagrado en la pirámide"- dijo Nefertiti. Sin dudarlo, Rumba se adentró en la pirámide y, usando su agilidad, logró recuperar el collar. Nefertiti, agradecida, le otorgó a Rumba un poder especial: la capacidad de hablar con todos los animales del mundo. Rumba no podía creer lo que había logrado.

Al continuar su viaje, Rumba llegó a una gran pradera en África, donde conoció a un león llamado León rey. "Mi manada está en problemas, Rumba. Los humanos están invadiendo nuestra tierra"- explicó León rey. Rumba recordó los consejos de Don Gato y organizó una reunión donde todos los animales unieron fuerzas para hablar con los humanos. Juntos, lograron crear un santuario donde los animales pudieran vivir en paz. Rumba se sintió orgullosa de haber ayudado a proteger la naturaleza.

Luego de todo esto, Rumba llegó a un pequeño pueblo en Italia. Allí, conoció a una anciana llamada Nonna Rosa, quien estaba triste porque nadie venía a visitarla. Rumba, con su amor y encanto, se convirtió en la amiga de Nonna. Juntas organizaban fiestas en la plaza para que todos los niños vendrían a jugar y compartir. Nonna Rosa, feliz, le dio a Rumba una medalla de amor que ahora relucía en su collar.

Con todas sus habilidades adquiridas y su cariño por el mundo, Rumba decidió que era tiempo de regresar a su hogar. En su camino de vuelta, cada animal que conocía la saludaba con respeto y amor. Rumba se sintió agradecida por las aventuras, pero sobre todo, por la conexión que había hecho con sus amigos alrededor del mundo.

Finalmente, Rumba llegó a su hogar en Buenos Aires y se subió a su cama, recordando todas las aventuras vividas. "¿Fue increíble, verdad?"- le dijo a Don Gato, que la estaba esperando. "Sí, pequeña, y ahora tendrás historias increíbles para contar a todos los que quieras escuchar"- respondió el gato.

Desde aquel día, Rumba no solo era una perra del barrio, sino una viajera del mundo y una heroína que había hecho la diferencia con su habilidad y cariño. Rumba entendió que las verdaderas aventuras estaban en los amigos que hacía y en las nuevadas de ayudar a los demás. Y así, cada día inventaba nuevas historias que contaba en su parque, fascinando a todos con su amor por la aventura.

Y colorín colorado, este cuento ha terminado.

FIN.

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