La pesadilla de la palta


Había una vez en un huerto encantado, una palta llamada Agustín que vivía feliz junto a sus amigos frutales. Una noche, Agustín despertó sobresaltado al escuchar un ruido extraño.

Al asomarse por la ventana, vio una sombra misteriosa que se movía entre los árboles. "¿Qué será eso?", se preguntó Agustín, temblando de miedo. Decidió investigar y se aventuró en la oscuridad del huerto. Al avanzar, los árboles parecían susurrarle que volviera atrás, pero Agustín, valiente, siguió adelante.

De repente, se encontró en un rincón del huerto donde las plantas estaban marchitas y el suelo estaba cubierto de una neblina oscura. Allí, descubrió una misteriosa figura, era la sombra que había visto desde su ventana.

Era la palta podrida, una criatura espeluznante que se alimentaba de la energía de las plantas. "¡Soy la pesadilla de este huerto!", gritó la palta podrida con una voz siniestra.

Agustín quedó petrificado de terror, pero recordó las enseñanzas de sus amigos frutales, quienes le habían enseñado a enfrentar sus miedos. Con valentía, Agustín se enfrentó a la palta podrida, utilizando su energía positiva para purificar el huerto. Finalmente, la palta podrida desapareció, y el huerto volvió a florecer.

Agustín y sus amigos frutales celebraron con una gran fiesta, agradecidos por haber superado juntos la pesadilla. Desde aquel día, Agustín se convirtió en un símbolo de valentía y superación para todos los frutales del huerto.

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