La piedra de la alegría


Había una vez una niña llamada Lola, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Siempre se había sentido atraída por lo místico y lo desconocido, así que pasaba horas explorando los bosques y buscando señales de magia.

Un día, mientras caminaba por el bosque, Lola encontró una puerta escondida detrás de un árbol antiguo. Sin pensarlo dos veces, decidió abrirla y descubrir qué se escondía detrás.

Para su sorpresa, la puerta conducía a un mundo completamente diferente: El mundo de los espíritus. Lola quedó maravillada al ver criaturas mágicas volando por todas partes y árboles con hojas brillantes que parecían bailar al compás del viento.

Pero también notó algo extraño: todos los espíritus parecían tristes y apagados. "¿Qué les pasa?"- preguntó Lola a uno de los espíritus más pequeños que encontró. El espíritu suspiró y respondió: "Hace mucho tiempo que perdimos nuestra chispa interior.

Ya no sentimos la alegría ni la emoción que solíamos tener". Lola sintió pena por ellos y decidió ayudarlos a recuperar su felicidad perdida.

Comenzó a buscar pistas sobre cómo podía devolverles su chispa interior y se enteró de una leyenda antigua sobre una piedra mágica oculta en las profundidades del lago encantado. Sin perder tiempo, Lola se dirigió hacia el lago encantado junto con algunos espíritus valientes que se unieron a su misión.

Nadaron hasta el fondo y, después de una larga búsqueda, encontraron la piedra mágica brillando en lo profundo del agua. Lola tomó la piedra y regresó al mundo de los espíritus. Al tocarla, la piedra liberó una energía brillante que envolvió a todos los espíritus.

De repente, sus rostros se iluminaron con sonrisas y risas llenas de alegría. "¡Gracias, Lola! ¡Has devuelto nuestra chispa interior!"- exclamaron los espíritus emocionados. Lola estaba feliz de haberlos ayudado y se despidió del mundo de los espíritus para volver a su pueblo.

Pero antes de irse, prometió regresar siempre que necesitaran su ayuda. Desde ese día en adelante, Lola siguió explorando el bosque en busca de aventuras mágicas.

Siempre llevaba consigo la piedra mágica para recordarle que incluso las cosas más pequeñas pueden tener un gran impacto en el mundo. Y así fue como Lola aprendió que no importa cuán pequeño o insignificante puedas sentirte, siempre puedes hacer una diferencia si tienes el coraje y la determinación para intentarlo.

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