La Piedra de los Arcoíris


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Arcoíris, un niño llamado Mateo. Mateo era un niño curioso y creativo que siempre estaba buscando nuevas aventuras.

Un día, mientras paseaba por el bosque cerca de su casa, vio una piedra brillante en el suelo. Al reagarrarla, descubrió que era mágica y tenía el poder de crear arcoíris. Emocionado por su nuevo hallazgo, Mateo decidió probar la piedra y formar un hermoso arcoíris en el cielo.

Con un gesto rápido, lanzó la piedra hacia arriba y vio maravillado cómo los colores se desplegaban en el firmamento. Rojo, naranja, amarillo, verde, azul, añil y violeta se combinaron para formar un espectáculo magnífico que iluminó todo el pueblo.

Los habitantes de Arcoíris quedaron asombrados al ver aquel fenómeno tan extraordinario. Todos salieron a las calles para contemplar el arcoíris creado por Mateo.

La noticia pronto llegó a oídos del alcalde del pueblo, quien decidió invitar al niño a dar una lección sobre la importancia de la diversidad y la belleza que puede surgir cuando diferentes colores se juntan.

Al día siguiente, en la plaza principal del pueblo, todos los habitantes se reunieron para escuchar lo que Mateo tenía para decirles. El niño subió a una pequeña tarima y comenzó su discurso:"Buenos días a todos los vecinos de Arcoíris.

Hoy les quiero enseñar algo muy importante que aprendí gracias a esta piedra mágica: cada uno de nosotros es único e irrepetible como los colores del arcoíris. Sin importar nuestras diferencias, cuando nos unimos podemos crear algo verdaderamente especial y hermoso.

"Los habitantes escuchaban atentamente las palabras de Mateo mientras reflexionaban sobre lo que les estaba diciendo. De repente, unas nubes oscuras empezaron a cubrir el cielo y amenazaban con apagar el arcoíris. Mateo no perdió la esperanza y con determinación levantó nuevamente la piedra mágica hacia el cielo.

Con toda su fuerza mental concentrada en mantener vivo aquel mensaje de unidad y diversidad, logró hacer desaparecer las nubes grises e hizo brillar con más intensidad los colores del arcoíris.

"¡Vean cómo juntos podemos superar cualquier obstáculo si trabajamos en equipo! ¡La magia está dentro de cada uno de nosotros cuando creemos en nosotros mismos y en los demás!" - exclamaba emocionado Mateo. Los habitantes aplaudieron emocionados ante aquella lección tan valiosa impartida por un niño tan joven pero sabio.

Desde ese día en adelante, Arcoíris se convirtió en un lugar donde la diversidad era celebrada y donde todos recordaban con cariño al niño que les enseñó a valorarse mutuamente como los siete colores del arco iris.

Y así fue como Mateo no solo creó hermosos arcos iris con su piedra mágica sino también dejó una huella imborrable en el corazón de todos quienes tuvieron la fortuna de escuchar sus sabias palabras sobre amor propio y respeto por las diferencias.

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