La piedra de los hermanos voladores



Había una vez dos hermanitos, Martín y Sofía, que vivían en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Eran inseparables y siempre encontraban la forma de pasar tiempo juntos.

Un día, mientras el sol comenzaba a ponerse en el horizonte, decidieron salir a jugar al aire libre. Martín y Sofía corrían por los campos verdes llenos de flores silvestres. Saltaban charcos de agua y se escondían detrás de los árboles.

Rieron sin parar mientras el viento acariciaba sus rostros y las risas se mezclaban con el canto de los pájaros. De repente, Sofía encontró algo brillante entre las hojas caídas del suelo. Era una piedra mágica que parecía tener vida propia.

La tomó en sus manos emocionada y le mostró a Martín. - ¡Mira Martín! ¡Encontré una piedra mágica! - exclamó Sofía con asombro.

Martín miró con curiosidad la piedra brillante y dijo:- ¿Crees que sea realmente mágica? Sofía sonrió y respondió:- No lo sé, pero podríamos hacer un deseo para averiguarlo. Ambos cerraron los ojos fuertemente, tomaron la piedra en sus manos y pidieron al mismo tiempo:- Queremos irnos volando por el cielo como pájaros.

Cuando abrieron los ojos, no podían creer lo que veían: estaban flotando en el aire como si fueran plumas llevadas por el viento. Martín rió emocionado mientras Sofía aplaudía de alegría.

Los hermanitos volaron alto por encima de las montañas, observando el paisaje desde una perspectiva que nunca antes habían experimentado. Vieron ríos brillantes como espejos y bosques llenos de árboles gigantes. De repente, un viento fuerte comenzó a soplar y los separó.

Sofía quedó atrapada en una nube mientras Martín fue llevado lejos hasta perderse de vista. Ambos se asustaron y trataron de llamar al otro, pero sus voces se perdieron en el aire. Sofía decidió buscar a su hermano sin rendirse.

Saltó entre las nubes con la esperanza de encontrarlo, pero no había señales de Martín por ninguna parte. Estaba angustiada y sintió lágrimas correr por su rostro.

Justo cuando pensó que todo estaba perdido, escuchó una voz familiar:- ¡Sofía! ¡Aquí estoy! Era Martín, quien había logrado escapar del viento fuerte y volvió para encontrar a su hermana. Se abrazaron con fuerza mientras Sofía explicaba lo que había pasado. Juntos, continuaron explorando el cielo hasta que encontraron una estrella fugaz que les indicaba el camino hacia casa.

Poco a poco descendieron suavemente hacia la tierra y aterrizando cerca de su hogar. Agradecidos por haber vuelto sanos y salvos, los hermanitos guardaron la mágica piedra en un lugar especial donde siempre pudieran recordar aquel increíble viaje por el cielo.

Desde ese día, Martín y Sofía aprendieron la importancia de cuidarse mutuamente y no separarse en momentos difíciles. Descubrieron que juntos podían superar cualquier obstáculo y que la verdadera magia estaba en el amor y la unión de una familia.

Y así, Martín y Sofía continuaron jugando juntos, creando nuevas aventuras y disfrutando cada atardecer como si fuera el más mágico de todos.

FIN.

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