La Piedra Mágica



Amalia era una niña curiosa y llena de alegría que exploraba el mundo que la rodeaba con ojitos llenos de asombro y risas. Un día, mientras jugaba en el jardín, encontró una piedra muy especial.

La piedra brillaba con colores mágicos y emitía destellos de luz que llenaban el corazón de Amalia de emoción. Fascinada, la niña decidió llevar la misteriosa piedra a su abuelita, quien era conocida por saber muchas cosas.

Al mostrarle la piedra a su abuelita, esta sonrió y le contó a Amalia que se trataba de una Piedra Mágica, capaz de conceder deseos. Sin embargo, le advirtió que debía usarla con responsabilidad y bondad. Emocionada, Amalia decidió probar la magia de la piedra.

Con mucho cuidado, pensó en el deseo más importante que tenía. Deseó que todos los animales del bosque tuvieran alimento y hogar. En ese momento, la Piedra Mágica brilló intensamente y una luz cálida se esparció por el bosque.

Al día siguiente, Amalia y su abuelita descubrieron que los animales del bosque estaban más felices que nunca, con comida abundante y refugios acogedores.

Amalia aprendió que los deseos desinteresados traían felicidad a otros, y desde entonces, usó la Piedra Mágica con sabiduría y generosidad, haciendo del mundo un lugar mejor con cada deseo que concedía.

FIN.

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