La piel que brilla con valor



Érase una vez en un pequeño pueblo, vivía Carmen, una niña afroamericana de cabello rizado y piel oscura. Carmen era alegre y curiosa, le encantaba jugar con sus amigos y aprender cosas nuevas en la escuela.

Pero había algo que entristecía a Carmen: el bullying que sufría por parte de algunos compañeros por el color de su piel. Un día, mientras jugaba en el parque, un grupo de niños se acercó a ella riéndose y señalando su piel.

-¡Miren a la niña chocolate! ¡Es tan diferente a nosotros! - se burlaban los niños. Carmen sintió un nudo en la garganta y las lágrimas asomaron en sus ojos, pero decidió no mostrarles su dolor.

Esa noche, Carmen le contó a su mamá lo que había pasado en el parque. Su mamá la abrazó con cariño y le dijo: -Carmen, eres única y especial tal como eres.

Tu color de piel es hermoso y no hay nada de qué avergonzarse. No dejes que las palabras hirientes de otros te lastimen. Animada por las palabras de su mamá, al día siguiente Carmen decidió hablar con la directora de la escuela sobre lo que estaba pasando.

La directora escuchó atentamente a Carmen y tomó medidas para detener el bullying en el colegio. A partir de ese momento, Carmen notó un cambio en sus compañeros.

Algunos se disculparon por haberla molestado y otros comenzaron a tratarla con respeto. Incluso algunos niños nuevos se acercaron a ella para hacerle preguntas sobre su cultura e historia. Carmen se sentía feliz al ver cómo las cosas estaban mejorando gracias a su valentía para enfrentar el problema del bullying.

Aprendió que no hay nada malo en ser diferente y que todos merecen ser tratados con amabilidad y respeto.

Con el tiempo, Carmen se convirtió en una defensora contra el bullying en su escuela, ayudando a otros niños que también estaban siendo víctimas de acoso. Su valentía inspiró a todos a ser más comprensivos y tolerantes unos con otros.

Y así, Carmen descubrió que aunque algunas personas puedan intentar hacernos sentir mal por ser diferentes, lo importante es mantenernos firmes en nuestra autoestima y nunca permitir que nadie apague nuestra luz interior.

FIN.

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