La piña mágica del héroe
Había una vez un niño llamado Juan que amaba comer frutas. Un día, mientras caminaba por el bosque, encontró una piña mágica. Sin pensarlo dos veces, decidió comérsela. Al momento de dar el primer bocado, algo extraño sucedió.
La piña comenzó a brillar intensamente y Juan sintió como si su cuerpo se llenara de energía. De repente, apareció un pequeño duende verde frente a él.
"¡Hola! Soy Tito y soy el guardián de la piña mágica", dijo el duende con una sonrisa en su rostro. Juan no podía creer lo que estaba viendo y escuchando. "¿Piña mágica? ¿Guardián?", preguntó incrédulo. —"Exacto" , respondió Tito.
"Esta piña es muy especial y solo aquellos con un corazón noble pueden comerla". Juan se sorprendió aún más pero también se sintió honrado por ser considerado digno de probar la fruta mágica. "¿Qué pasa ahora?", preguntó Juan curioso.
"Bueno, mi trabajo aquí ha terminado", dijo Tito mientras desaparecía lentamente en el aire. "La magia de la piña te guiará hacia tu destino". Juan se quedó solo en medio del bosque sin saber qué hacer o hacia dónde ir.
Pero pronto descubrió que algo había cambiado dentro de él. Se sentía más fuerte, más seguro y con una gran determinación para enfrentar cualquier cosa que viniera su camino. Mientras caminaba por el bosque, escuchó unos ruidos extraños provenientes de detrás de los árboles.
Se acercó y encontró a un pequeño conejito atrapado en una trampa. "¡Ayuda! ¿Puedes sacarme de aquí?", suplicaba el conejito. Juan no dudó ni un segundo y rápidamente liberó al conejito de la trampa.
El animalito estaba muy agradecido y le dijo: "Eres muy valiente, ¿quieres ser mi amigo?". Desde ese día, Juan y el conejito se convirtieron en los mejores amigos del mundo.
Juntos, exploraban el bosque, ayudaban a otros animales necesitados y siempre estaban dispuestos a enfrentar cualquier desafío que se les presentara. La piña mágica había dado a Juan la fuerza para convertirse en un verdadero héroe y hacer lo correcto sin importar las circunstancias.
Y aunque nunca volvió a ver al duende Tito o probar otra piña mágica nuevamente, siempre recordaría esa experiencia como algo especial que lo había transformado para siempre.
FIN.