La Piscina Mágica



En un pintoresco pueblo llamado Royal Woods, la magia flotaba en el aire. Cada verano, el colegio local organizaba un evento especial llamado "El Gran Chapuzón de Verano". Este año, todos los estudiantes estaban ansiosos por asistir, especialmente porque la atracción principal era una piscina encantada que ofrecía poderes mágicos a aquellos que nadaban en ella, según su estado de ánimo.

Todo comenzó el día de la evento. Los estudiantes llegaban deseosos de divertirse y experimentar la magia de la piscina. Entre ellos estaban Sofía, una chica alegre y soñadora; Lucas, un joven curioso y un poco tímido; y Valentina, la más aventurera del grupo.

"¡Chicos! ¡No puedo esperar para zambullirme y ver qué poder me da!", exclamó Sofía con una gran sonrisa.

"¿Y si no me da ningún poder?", se preocupó Lucas, mirando con incertidumbre la piscina.

"No te preocupes, lo importante es disfrutar y divertirnos", lo animó Valentina.

Cuando los estudiantes comenzaron a nadar, la piscina brilló con colores vibrantes. Sofía, sintiendo la alegría, sintió que le surgía el poder de hacer que las flores florecieran instantáneamente.

"¡Miren!", exclamó Sofía mientras tocaba unas plantas cerca de la piscina, haciendo que brotaran hermosas flores.

"¡Es hermoso!", gritó Valentina, mientras saltaba en el agua. Ella se llenó de energía y comenzó a saltar muy alto, ganando el poder de la fuerza.

Pero Lucas, mientras nadaba, no podía sacudirse la sensación de inseguridad. Su ansiedad le impedía disfrutar del momento.

"¡Vamos, Lucas! ¡Súmese!", lo alentó Sofía.

"No sé, y si no puedo?", respondió él, sintiéndose más inseguro que nunca.

En ese momento, un remolino de agua surgió de la piscina. Era un hada de agua, con alas brillantes y una sonrisa amable.

"Hola, jóvenes nadadores. Soy la guardiana de la piscina mágica. Veo que uno de ustedes no se siente a gusto."

"Soy yo…", murmuró Lucas.

El hada se acercó y le dijo:

"Querido amigo, aquí en la piscina, tu estado de ánimo es lo que determina los poderes. Si te sientes inseguro, no podrás liberar tu magia. Pero, ¿qué pasaría si pensaras en algo que te haga feliz?"

Lucas reflexionó y recordó a su perro, un travieso compañero que siempre lo hacía reír.

"¡Mi perro!", dijo Lucas, sintiendo una pequeña chispa de alegría.

El hada sonrió y le dijo:

"¡Eso es! Entra al agua y siente esa alegría."

Lucas, decidido, se zambulló en la piscina. De repente, el agua lo envolvió. Sentía la felicidad correr por su cuerpo. En un instante, se iluminó con un brillo verde, y ¡de su mano brotaron pequeñas burbujas que flotaban y danzaban!"¡Miren! ¡Soy capaz de crear burbujas!", gritó Lucas emocionado, sintiendo la magia en su interior.

Todos aplaudieron.

"¡Sos increíble, Lucas!", dijo Valentina.

"¡Te veías preocupado pero ahora brillás!", agregó Sofía.

El resto del día transcurrió entre risas y magia. Cada uno de ellos descubrió un poder especial que reflejaba su personalidad. Sofía hizo florecer un jardín encantado en la orilla, Valentina saltó cada vez más alto, y Lucas creó un espectáculo de burbujas.

Al finalizar la jornada, se dieron cuenta de que la verdadera magia no estaba solamente en los poderes, sino en la amistad, la confianza y el amor que compartían.

Valentina miró a sus amigos y dijo:

"Hoy aprendí que siempre necesitamos apoyarnos unos a otros. ¡Todos somos especiales a nuestra manera!"

"Exacto!", concordó Sofía.

"Nuestros sueños y capacidades se vuelven más fuertes cuando estamos juntos."

Lucas, sonriendo, dijo:

"Gracias por ayudarme a descubrir mi propia magia."

Los tres amigos se abrazaron, listos para enfrentar nuevos desafíos juntos, recordando que la verdadera magia reside en la alegría y la compañía de aquellos que amamos.

Y así, el Gran Chapuzón de Verano se convirtió en una experiencia inolvidable, llena de risas, magia y amistad.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!