La pizza gratis



Era una tarde soleada en Buenos Aires y los amigos José, David, José, Mariano y Martín estaban emocionados. Habían planeado un día de aventuras en la ciudad sin gastar ni un centavo.

Su primer objetivo era conseguir comida gratis. - Chicos, ¿cómo vamos a hacer para comer sin pagar? - preguntó Martín con preocupación. - No te preocupes Martín, yo tengo un plan infalible - dijo José con seguridad.

Los amigos caminaron por las calles de la ciudad buscando lugares donde pudieran conseguir comida gratis. Finalmente encontraron una pizzería que parecía tener buena pinta. - Aquí es donde vamos a conseguir nuestra comida gratis - dijo José mientras señalaba la entrada del local.

Entraron al lugar y se sentaron en una mesa cerca de la ventana. El camarero les dio los menús pero ellos no mostraron interés en pedir algo. En cambio, comenzaron a mirar hacia afuera como si estuvieran esperando a alguien.

- ¿Qué están haciendo chicos? - preguntó David curioso. - Esperando nuestro pedido - respondió José con una sonrisa maliciosa. De repente se escuchó el sonido de una moto acercándose al local. Era Mariano disfrazado como repartidor de pizza.

Rápidamente entró al restaurante con varias cajas de pizza y las dejó sobre su mesa antes de salir corriendo hacia afuera nuevamente.

Los amigos abrieron las cajas y comenzaron a disfrutar su cena gratuita mientras reían por lo bajo pensando en su astucia para obtenerla sin pagar nada. Pero justo cuando terminaban su banquete gratuito, llegó el dueño del restaurante furioso. - ¿Qué están haciendo? ¡Esto es un robo! - gritó el dueño enojado.

Los amigos intentaron explicar su situación, pero el dueño no los escuchaba. Les exigió que pagaran la cuenta o llamaría a la policía. Fue entonces cuando José dio un paso al frente y decidió hablar con el dueño.

- Lo siento mucho señor, nos dejamos llevar por una idea tonta y egoísta de querer comer sin pagar. Pero ahora entendemos que eso está mal y estamos dispuestos a pagar lo que debemos - dijo José con sinceridad.

El dueño se sorprendió al ver la humildad y honestidad de José. Decidió perdonarles la deuda y les pidió disculpas por haberlos tratado mal. Los amigos aprendieron una valiosa lección ese día: nunca es correcto tomar algo sin pagar por ello.

A partir de ese momento, prometieron ser más responsables y respetuosos con las personas y los negocios locales en su ciudad.

FIN.

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