La Planta Arcoíris
En un hermoso campo verde, donde los pájaros cantaban y los conejos saltaban felices, crecía una planta muy especial. Esta planta se llamaba Lila, y no era como las otras. Sus pétalos eran de todos los colores del arcoíris: rojo, azul, amarillo, verde, violeta, y hasta un curioso color fucsia. Todos los que la veían se maravillaban con su belleza.
Un día, mientras Lila disfrutaba del sol, un pequeño gusanito llamado Toto se acercó a ella.
"Hola, Lila. ¡Sos la planta más bonita que he visto en mi vida!" - dijo Toto, moviendo su cuerpecito.
"¡Gracias, Toto!", respondió Lila, con una sonrisa de pétalo, "pero un poco de sombra es siempre bienvenida. ¿Te gustaría quedarte a charlar conmigo?"
Toto se acomodó entre los pétalos de Lila y comenzó a contarle sobre su día. Lila escuchaba con atención y se dio cuenta de que también le gustaba compartir historias.
"¿Sabés, Lila? En la primavera, todos los insectos vienen a visitar el campo y traen muchas historias para contar. Estoy ansioso por conocer a más amigos" - comentó Toto.
Un día, mientras Toto y Lila charlaban, llegó una fiera tormenta. Los vientos eran fuertes y las nubes oscuras cubrieron el cielo.
"¡Oh, no! ¡La tormenta se viene!", gritó Toto, asustado.
"No te preocupes, Toto. Yo soy fuerte y puedo resistir la lluvia. Pero tú, ¿dónde te vas a refugiar?" - le preguntó Lila.
Toto miró alrededor y vio que no había otros lugares seguros cerca.
"No tengo a dónde ir..." - respondió con tristeza.
Entonces Lila dijo:
"¡No te preocupes! Ven, colócate debajo de mis hojas. Te protegeré hasta que pase la tormenta."
Toto se acurrucó y sintió la calidez de Lila. Mientras la tormenta rugía afuera, Toto se dio cuenta de lo genial que era tener un amigo tan valiente y hermoso.
Después de un rato, la tormenta se calmó y el sol volvió a brillar.
"¡Mirá, moltitud de colores! Cada gota de agua dejó una huella brillante en mis pétalos", exclamó Lila.
Toto miró hacia arriba y, maravillado, dijo:
"¡Sos una verdadera heroína! Sin tu ayuda, no sé qué hubiera hecho".
A partir de ese día, Toto y Lila pasaron mucho tiempo juntos. Toto le contaba historias de otros insectos que conocía y Lila compartía su amor por la belleza del campo.
Con el tiempo, otros insectos comenzaron a notar la belleza de Lila y la bondad de Toto. Una hermosa mariposa llamada Marta, se acercó un día.
"Hola, amigos. Me encanta este lugar. ¿Puedo quedarme con ustedes?" - preguntó Marta.
"Por supuesto, sos bienvenida en nuestra pequeña familia" - dijo Lila con una amplia sonrisa de pétalo.
Con la llegada de Marta, la conversación empezó a fluir más que nunca. Lila se emocionaba al ver cómo su grupo de amigos crecía y cómo todos compartían historias llenas de risas y alegría.
Un día, se acercó un escarabajo muy viejo llamado Don Ramón. Se veía cansado, pero llevaba en su caparazón un brillo especial.
"Hola, pequeños. He estado escuchando sus risas desde lejos y me preguntaba si puedo contarles una historia" - dijo con voz temblorosa pero amable.
Todos se callaron y miraron al escarabajo con expectación.
"Claro que sí, Don Ramón. Nos encantaría escucharla" - respondió Toto emocionado.
Don Ramón comenzó a contarles sobre una época lejana en la que todos los seres del campo vivían separados y no se ayudaban entre sí.
"Pero un día, una planta como la de ustedes, decidió que quería cambiar las cosas. Decidió abrir sus pétalos y dar refugio a todos los insectos. Así, poco a poco, la amistad floreció y aprendieron a ayudarse unos a otros".
Toto y Lila escuchaban atentamente, dándose cuenta de la importancia de la amistad y la solidaridad.
"Gracias, Don Ramón. ¡Eso es lo que nosotros queremos! Estar siempre juntos, ayudándonos mutuamente" - dijo Lila.
Así, en la llanura llena de colores, Lila, Toto, Marta y Don Ramón se comprometieron a siempre estar allí unos para otros y cuidar de su hogar, el campo.
Desde entonces, nunca más hubo tormentas que no pudieran atravesar unidos, y el campo se llenó no solo de colores brillantes, sino también de risas, historias y, sobre todo, mucha amistad.
Y así, Lila la planta arcoíris, se convirtió en el símbolo de unidad del campo, enseñándole a todos que la belleza está en las diferencias y que trabajando juntos se podían superar todos los obstáculos.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.