La planta mágica de Sofía
Había una vez una niña llamada Sofía que vivía en un pequeño pueblo. Un día, mientras jugaba en el jardín de su casa, accidentalmente rompió la maceta donde su mamá había plantado una semilla.
Sofía se sintió muy triste y asustada por lo que había hecho. Después de unos minutos, decidió investigar qué había debajo de la tierra.
Con mucha curiosidad, comenzó a sacar con cuidado los pedazos de la maceta rota y descubrió algo maravilloso: raíces largas y delgadas salían desde la semilla hacia abajo. Sofía estaba fascinada y decidió seguir explorando. Siguiendo el rastro de las raíces, encontró un tallo verde emergiendo del suelo. Era tan alto como ella misma.
La niña sonrió emocionada al ver cómo crecía cada día más. Pero eso no era todo, junto al tallo pudo observar unas hojas verdes que se desplegaban delicadamente bajo el sol.
Sofía podía sentir cómo las hojas eran acariciadas por el viento y se llenaban de vida. Llena de emoción, Sofía siguió observando detenidamente su planta todos los días hasta que finalmente aparecieron unas pequeñas flores coloridas en ella.
Eran tan hermosas que parecían haber sido pintadas por un artista mágico. Un día, mientras miraba las flores con atención, notó algo aún más sorprendente: ¡habían empezado a formarse pequeños frutos! Sofía no podía contener su alegría y corrió a contarle a sus padres sobre el increíble descubrimiento.
"- Mamá, papá, ¡mi planta está creciendo y tiene flores y frutos!", exclamó Sofía emocionada. Sus padres se alegraron mucho por ella y le dijeron que estaba haciendo un gran trabajo cuidando de su planta.
Le explicaron que al romper la maceta, había permitido que la semilla pudiera crecer libremente en la tierra, dándole espacio para desarrollarse plenamente. Sofía aprendió una valiosa lección ese día: a veces, los errores pueden conducirnos a descubrimientos maravillosos.
Además, comprendió la importancia de cuidar y observar detenidamente las plantas para ayudarlas a crecer sanas y fuertes. Desde aquel día, Sofía se convirtió en una apasionada jardinera.
Cuidaba de su planta con amor y paciencia, siempre pendiente de sus raíces, tallos, hojas, flores y frutos. Y cada vez que veía cómo su planta crecía y se transformaba gracias a su dedicación, recordaba el día en que rompió accidentalmente la maceta como un momento mágico que cambió su vida para siempre.
FIN.