La planta mágica y el perdón


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, dos amigos muy cercanos llamados Oscar y Amanda. Oscar era un conejo travieso y Amanda era una ardilla inteligente y valiente.

Oscar siempre había sido conocido por ser un poco juguetón, pero a pesar de eso, todos en el pueblo lo querían mucho. Sin embargo, tenía una debilidad: le gustaba hacer travesuras y engañar a sus amigos.

Un día soleado, mientras Oscar estaba caminando por el bosque, se encontró con una vivisolana. Para aquellos que no lo saben, la vivisolana es una planta mágica que puede conceder deseos si se trata con respeto y bondad.

Oscar no sabía nada sobre esta planta mágica, así que decidió llevársela a casa sin decirle nada a nadie. Cuando llegó a su casa, colocó la vivisolana en su jardín trasero y comenzó a pensar en cómo podría usarla para sus bromas.

Al día siguiente, Oscar invitó a Amanda a su casa para mostrarle algo emocionante. "-Amanda, tengo algo especial para ti", dijo Oscar con una sonrisa traviesa. Curiosa por saber qué era tan especial, Amanda siguió a Oscar hasta el jardín trasero donde estaba la vivisolana.

"-¿Qué es esto?", preguntó ella sorprendida al ver la planta brillante. "-Es una vivisolana mágica", respondió Oscar con malicia en su voz.

"-Si haces un deseo frente a ella tres veces seguidas antes del atardecer, ¡se hará realidad!"Amanda quedó maravillada ante tal descubrimiento y comenzó a hacer sus deseos. "-Deseo tener un par de alas para volar", dijo emocionada mientras hacía su primer deseo.

Justo en ese momento, las ramas de la vivisolana comenzaron a moverse y aparecieron unas hermosas alas en la espalda de Amanda. Saltó al aire y comenzó a volar por encima del jardín, riendo de alegría. Oscar se quedó sorprendido, pero no mostró ningún remordimiento por lo que había hecho.

En lugar de eso, decidió jugar una broma más cruel. "-Amanda, ahora que tienes alas, quiero que te conviertas en una ardilla gigante", dijo con malicia. Sin pensarlo dos veces, Amanda hizo su segundo deseo y las alas desaparecieron instantáneamente.

Pero para su horror, comenzó a crecer y crecer hasta convertirse en una ardilla gigante. Amanda estaba asustada y triste por lo que Oscar había hecho. No podía volver a ser la ardilla valiente y ágil que solía ser.

Oscar se dio cuenta de que había ido demasiado lejos con su engaño y sintió culpa por primera vez.

Decidido a arreglar las cosas, Oscar corrió hacia la vivisolana y pidió perdón sinceramente antes de hacer un último deseo: "-Por favor, devuélvele a Amanda todo lo que ha perdido". Las ramas mágicas se movieron nuevamente y Amanda regresó a su tamaño normal sin ninguna transformación adicional.

La vivisolana había perdonado el engaño de Oscar porque él había aprendido su lección. Desde aquel día en adelante, Oscar dejó atrás sus bromas crueles y en su lugar, se convirtió en un conejo amable y considerado.

Amanda también aprendió a ser más cautelosa con las cosas mágicas y siempre recordó el poder de la amistad y el perdón. Y así, Oscar y Amanda siguieron siendo amigos inseparables, compartiendo aventuras emocionantes pero siempre recordando que la honestidad y el respeto son los pilares fundamentales de una amistad verdadera.

Y nunca más volvieron a jugar con cosas mágicas sin saber exactamente cómo funcionaban. La vivisolana siguió creciendo en el jardín trasero de Oscar, recordándoles a todos que los deseos no deben usarse para hacer daño o engañar a otros.

Fue un recordatorio constante de la importancia de tratar a los demás con bondad y respeto en todo momento. Y así concluye esta historia llena de enseñanzas sobre la amistad, la honestidad y el perdón.

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