La Playa de la Diversidad


Había una vez en la playa de Mar del Plata, dos primos muy distintos entre sí.

Lucas era un chico tímido y callado que disfrutaba de la tranquilidad de la naturaleza y su primo Raúl era todo lo contrario, un chico extrovertido y aventurero que siempre quería estar jugando. Un día, mientras caminaban por la playa juntos, Raúl vio a unos niños jugando al fútbol en la orilla del mar. Inmediatamente corrió hacia ellos para unirse al juego.

Lucas se quedó sentado en la arena observando cómo su primo se divertía con los demás niños.

Después de un rato, Raúl regresó a donde estaba Lucas y le preguntó:- ¿Por qué no te uniste al juego? ¡Estuvo muy divertido! Lucas respondió tímidamente:- No sé jugar bien al fútbol, además me da miedo el agua. Raúl sonrió y le dijo:- No te preocupes primo, yo te enseño a jugar bien y te acompaño cuando quieras meterte al mar.

¡Vamos a divertirnos juntos! A partir de ese momento, los dos primos comenzaron a pasar más tiempo juntos en la playa.

Raúl le enseñaba a Lucas cómo jugar diferentes juegos como el voleyball o el frisbee y también lo ayudaba a superar sus miedos para poder disfrutar del agua. Pero un día ocurrió algo inesperado. Mientras jugaban cerca del acantilado, una pelota salió volando hacia arriba sin control alguno.

Raúl corrió tras ella pero perdió el equilibrio y cayó por el acantilado. Lucas, quien había visto toda la escena, corrió hacia su primo y lo encontró inconsciente en la playa. Sin pensarlo dos veces, Lucas llamó a emergencias y ayudó a trasladar a Raúl al hospital.

Después de varios días de preocupación, Raúl se recuperó completamente gracias al cuidado de Lucas. Ese accidente les enseñó que siempre debían estar juntos para apoyarse mutuamente en los momentos difíciles.

Desde ese día, los dos primos se volvieron inseparables y continuaron disfrutando juntos de todo lo que la playa tenía para ofrecerles. Y aunque eran muy diferentes entre sí, aprendieron a aceptar sus diferencias y a valorar las cualidades únicas que cada uno poseía.

Y así fue como Lucas y Raúl vivieron felices para siempre en su amada playa de Mar del Plata.

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