La Playa del Castillo Real



En un pequeño pueblo costero llamado Marisol, había una mágica playa conocida por todos como la Playa del Castillo Real. Este lugar era especial porque, al caer la tarde, los niños podían ver cómo, entre las olas, aparecía un castillo de arena brillante que parecía hecho de oro. Sin embargo, lo que muchos no sabían era que ese castillo tenía un secreto.

Un día, un grupo de amigos, compuesto por Sofía, el inquieto Tomás y la curiosa Lila, decidieron que debían aventurarse y descubrir a qué se debía la aparición de aquel castillo.

"¿Por qué solo aparece al atardecer?" - preguntó Lila, mientras recogían conchitas en la orilla.

"Quizás solo se puede ver con la luz del sol que se oculta" - sugirió Sofía, entusiasmada.

"Vamos a investigar, ¡será una gran aventura!" - exclamó Tomás, saltando de emoción.

Los amigos decidieron que esa misma tarde se quedarían hasta que el sol comenzara a ocultarse. Se llevaron una manta, un bocadillo de sándwiches y, por supuesto, sus cánticos y risas. Mientras esperaban, comenzaron a construir su propia versión del castillo en la arena.

Al caer el sol, algo mágico sucedió. El castillo apareció, brillante y hermoso, y los niños quedaron asombrados.

"¡Miren! ¡Es real!" - gritó Tomás.

"¿Y si entramos a explorarlo?" - sugirió Sofía, mirando a sus amigos con ojos brillantes.

"Pero no sabemos si es seguro..." - contestó Lila, sintiendo un pequeño cosquilleo de miedo.

Sin embargo, su curiosidad pudo más que el miedo, y los tres amigos decidieron acercarse al castillo. Al llegar a la puerta, se encontraron con un anciano de barba blanca que los miraba sonriendo.

"Bienvenidos, niños. Soy el Guardián de la Playa del Castillo Real y he estado esperando que lleguen" - dijo el anciano, moviendo su bastón de madera.

"¡Usted sabe por qué el castillo aparece!" - exclamó Sofía, emocionada.

"Cada tarde el castillo brilla para recordarle a los niños la importancia de la amistad y el trabajo en equipo. Pero hoy, necesito su ayuda" - explicó el anciano, mirando seriamente a los tres.

El anciano contó que sus poderes mágicos se debilitaban cada año y que, si no lograban construir juntos un nuevo castillo de arena antes que saliera el sol al día siguiente, el castillo desaparecía para siempre.

"¡No podemos dejar que eso pase!" - dijo Lila, llenándose de determinación.

"¿Cómo podemos ayudar?" - preguntó Tomás, listo para trabajar.

"Necesito que colaboren juntos. Usen su imaginación y creatividad para construir un castillo que represente su amistad. ¡Vamos, tengo fe en ustedes!" - animó el anciano.

Los amigos se miraron y comenzaron a pensar en lo que podían crear. Mientras trabajaban, se dieron cuenta de que tenían diferentes ideas. Sofía quería torres altas, Tomás quería un foso, y Lila deseaba un gran puente.

"¡No! necesitamos hacer lo que a todos nos gusta" - dijo Sofía, recordando las palabras del anciano.

Así que, tras un momento de reflexión, decidieron fusionar sus ideas.

"Sofía, tu torre puede ser la parte central, mientras que Tomás puede hacer el foso alrededor. Lila, tú podrías hacer el puente que conecta todo. ¡Sería perfecto!" - sugirió Tomás.

"¡Eso es! Juntos podemos hacer un castillo más espectacular de lo que imaginamos" - agregó Lila entusiasmada.

Los amigos comenzaron a trabajar juntos. Durante horas, se pasaron cubos, palas y, sobre todo, risa y alegría. El castillo creció y creció, y poco a poco, con el nuevo amanecer, se llenó de colores que nunca antes habían imaginado.

Cuando el primer rayo de sol tocó el castillo, este brilló con fuerza. De repente, el Guardián apareció de nuevo, aún más feliz.

"Lo han logrado. Su castillo es la representación perfecta de su amistad y trabajo en equipo. Gracias a ustedes, el castillo no solo se queda, sino que se volverá aún más mágico. A partir de ahora, cada niño que pase por aquí podrá verlo y recordar la importancia de unirse y ayudar a los demás" - dijo el anciano, sonriendo ampliamente.

"¡Qué emocionante!" - exclamó Lila.

"No solo nuestros castillos son importantes; lo son también nuestras conexiones" - añadió Sofía.

"Y siempre que estemos juntos, podemos lograr cosas increíbles" - concluyó Tomás.

Desde ese día, cada atardecer, en la Playa del Castillo Real, aparecía un hermoso castillo que recordaba a todos los niños la magia que se crea al trabajar juntos y a la importancia de la verdadera amistad.

FIN.

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