La Playa del Dinero



Hace mucho tiempo, en un lugar no muy lejano, había una misteriosa playa donde solo existía dinero. Los árboles eran de billetes, las olas estaban llenas de monedas y la arena brillaba con oro. Un día, un niño llamado Lucas decidió explorar esa extraña playa.

Lucas miraba asombrado todo lo que lo rodeaba.

"¡Mirá todo el dinero que hay!" - exclamó mientras recogía algunos billetes del suelo. "¡Soy el niño más rico del mundo!"

Con cada nuevo tesoro que encontraba, su sonrisa se hacía más grande. Pero pronto se dio cuenta de que estaba solo, sin amigos para compartir sus descubrimientos.

"¿Qué sentido tiene ser rico si no tengo con quién jugar?" - se preguntó Lucas, sintiéndose un poco triste. Justo cuando pensaba en irse, apareció un pequeño pez dorado que nadaba entre las monedas.

"Hola, Lucas!" - dijo el pez, jugando entre las olas. "¿Por qué pareces tan triste en este lugar lleno de tesoros?"

"Porque no tengo a nadie con quien jugar" - respondió Lucas. "Aquí solo hay dinero, pero se siente vacío sin amigos."

El pez, con su brillante piel dorada, sonrió y le dijo:

"El dinero puede comprarte muchas cosas, pero no puede comprar la amistad. ¿Te gustaría que te ayudara a encontrar amigos aquí?"

Lucas, emocionado, asintió con la cabeza. El pez llevó a Lucas a un rincón de la playa donde había un grupo de criaturas: tortugas, cangrejos y gaviotas, todos bailando y riendo en la arena.

"¡Miren!" - dijo el pez. "Este es Lucas y tiene un montón de dinero. Pero él quiere jugar, no ser solo un rico solitario."

Las criaturas, viendo a un nuevo amigo, se acercaron emocionadas.

"¡Hola, Lucas!" - dijo una tortuga. "¿Quieres unirte a nuestro juego de construcciones en la arena?"

"¿Construcciones?" - preguntó Lucas con curiosidad. "¡Claro! Eso suena divertido!"

Así que todos juntos empezaron a construir castillos de arena. Lucas se olvidó por completo del dinero. Reía, jugaba y se divertía con sus nuevos amigos. De repente, un gran viento comenzó a soplar y las olas se hicieron más fuertes, llevando consigo todo el dinero que cubría la playa.

"¡Oh no!" - gritó Lucas. "Mi dinero se está yendo..."

La tortuga, sin embargo, dijo:

"No debes llorar por eso. ¡Nosotros tenemos algo mucho más valioso: nuestra amistad!"

Lucas, mirando alrededor, se dio cuenta de que comenzó a sentir alegría sin el dinero. Había dejado de lado la tristeza y, al ser parte del grupo, comprendió que la verdadera riqueza eran los amigos.

Al final del día, Lucas se despidió de sus nuevos amigos.

"Gracias por mostrarme que jugar y compartir es mucho mejor que tener dinero" - dijo con una sonrisa.

"Prometo volver a jugar con ustedes pronto!"

Desde entonces, cada vez que Lucas iba a la playa del dinero, no le importaba lo que había, sino lo que podía dar: cariño, amistad y momentos felices. Y así, aprendió que la felicidad está en las cosas simples de la vida y en la compañía de aquellos que realmente importan.

FIN.

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