La Plaza de los Susurros



En un pequeño pueblo llamado Villacuento, había una plaza que todos los niños conocían como la Plaza de los Susurros. Durante el día, era un lugar lleno de risas, juegos y flores, pero cuando caía la noche, la atmósfera cambiaba por completo.

Una tarde, tres amigos inseparables, Lucas, Valentina y Tomás, decidieron aventurarse a la plaza justo al caer el sol. "¿No sienten que la plaza se ve diferente al anochecer?" - preguntó Valentina, un poco asustada. "No pasa nada, solo son sombras" - respondió Lucas con confianza."¿Vamos a la fuente?" - propuso Tomás, un poco temeroso, pero emocionado.

La fuente en el centro de la plaza era un lugar especial. Según las leyendas, si alguien escuchaba un susurro proveniente de la fuente, debía atrapar la voz y devolverla a su propietario. Los niños se acercaron a la fuente y, para su sorpresa, oyeron un suave susurro que decía: "Ayuda... ayúdame...".

"¿Lo escucharon?" - preguntó Valentina con los ojos muy abiertos.

"Debemos descubrir de dónde viene" - afirmó Lucas, acercándose a la orilla de la fuente.

Tomás, que siempre había sido el más cauteloso, dudó un momento, "Pero ¿y si es un truco?" - protestó, mientras Valentina lo alentaba: "Vamos, no podemos dejar a alguien en problemas".

Los tres amigos se asomaron al agua. De repente, comenzó a aparecer una imagen en la superficie; era la figura de una niña de cabello ondulado y una sonrisa triste. "Hola, soy Luna", dijo la figura. "He estado atrapada aquí por mucho tiempo. Necesito que me ayuden a salir".

"¿Cómo podemos ayudarte?" - preguntó Tomás, nervioso pero curioso. "Solo deben encontrar la clave que está escondida en la plaza y devolverla aquí" - explicó Luna "Una vez que obtengan la llave, me liberarán".

Decididos a ayudarla, los tres amigos comenzaron a buscar. Revisaron detrás de los bancos, en los arbustos y hasta debajo del columpio. De repente, Valentina encontró un viejo cofre escondido dentro de un árbol. "¡Miren esto!" - exclamó emocionada. "¡Es el cofre!".

Lucas, con la ayuda de Tomás, logró abrirlo. Dentro, hallaron varias cosas antiguas y polvorientas, pero lo más llamativo era una pequeña llave dorada.

"¡Esto debe ser!" - gritó Lucas.

"Tenemos que llevarla a la fuente" - dijo Valentina con determinación.

Corrieron hacia la fuente y mostraron la llave a Luna. "¡Eso es! Ahora necesito que la pongan en el agua" - les pidió. Con manos temblorosas, Lucas colocó la llave en el agua. Al instante, la fuente comenzó a brillar intensamente, y el susurro se convirtió en un canto melódico.

"¡Gracias!" - dijo Luna, mientras comenzaba a desaparecer en una nube de luz brillante. "Nunca olviden que la amistad es la verdadera clave".

Los tres amigos se miraron, incrédulos pero felices porque habían ayudado a Luna. Y aunque la plaza ahora se veía igual que siempre, en sus corazones guardaban un recuerdo mágico.

Con el tiempo, los chicos aprendieron que la verdadera aventura estaba en la valentía de ayudarse unos a otros y que, incluso en los momentos más oscuros, siempre brillará una luz de esperanza si se tiene un buen amigo al lado.

"¿Volvemos mañana?" - preguntó Tomás con una sonrisa. —"Claro" , respondieron Lucas y Valentina al unísono, llenos de emoción.

A partir de ese día, la Plaza de los Susurros no solo fue un lugar de juegos, sino también el símbolo de una hermosa amistad que siempre recordarán, llenando su vida de aventuras y risas.

FIN.

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