La Plaza Encantada


Había una vez una gallina llamada Carlota, que vivía en un pequeño granja junto a su mamá y su papá. Carlota era muy curiosa y siempre estaba buscando aventuras.

Un día soleado, mientras paseaba por el campo, escuchó hablar de una plaza mágica donde los animales podían divertirse sin parar. Carlota regresó corriendo a casa y le contó emocionada a sus padres sobre la plaza mágica.

"- Mamá, papá ¡tenemos que ir! Será la mejor aventura de nuestras vidas", exclamó la gallinita. Sus padres se miraron entre sí con preocupación. "- Carlota, no sabemos qué tipo de lugar es esa plaza mágica. Podría haber peligros ocultos", dijo su mamá.

Pero Carlota no se dejó desanimar y les prometió que sería cuidadosa. Con mucha persuasión, convenció a sus padres para emprender el viaje hacia la plaza mágica al día siguiente. Al llegar a la plaza, quedaron maravillados por lo hermosa que era.

Había juegos divertidos para todos los animales: toboganes para los conejos, columpios para las aves y hasta un lago donde nadaban patitos felices. Carlota se encontró con nuevos amigos y comenzaron a jugar juntos durante horas.

Pero cuando llegó el momento de regresar a casa, notaron algo extraño: ¡el sol había desaparecido! La noche cubrió rápidamente la plaza e hizo que todos los animales se sintieran asustados y perdidos.

"- ¿Qué vamos a hacer ahora?", preguntó uno de los patitos temblando. Carlota recordó que en el camino hacia la plaza había visto una montaña con un faro. "- ¡Vamos a buscar ayuda! Seguro que el faro nos guiará de regreso a casa", sugirió la gallinita valiente.

Todos los animales siguieron a Carlota, corriendo por caminos oscuros y desconocidos. Mientras tanto, Carlota les contaba historias para mantenerlos animados. Finalmente, llegaron al faro y encendieron su luz brillante.

El destello del faro iluminó el camino de regreso a casa y los animales se sintieron seguros nuevamente. Al llegar a su granja, Mamá Gallina abrazó fuertemente a Carlota. "- Hija mía, estoy tan orgullosa de ti.

A pesar de todos los obstáculos, demostraste ser una gallina valiente y responsable". Carlota sonrió y miró a sus nuevos amigos. "- Gracias mamá, pero no lo hubiera logrado sin ellos. La amistad nos ayudó a superar cualquier dificultad".

Desde aquel día, la plaza mágica se convirtió en un lugar especial para todos los animales del campo. Aprendieron que juntos podían enfrentar cualquier desafío y que la verdadera magia estaba en la amistad y el trabajo en equipo.

Y así, Carlota enseñó una lección importante: que nunca debemos tenerle miedo a las aventuras si estamos dispuestos a enfrentarlas con valentía y rodearnos de buenos amigos.

Desde aquel día soleado, cada vez que alguien mencionaba la plaza mágica o hablaba sobre nuevas aventuras por descubrir, todos recordaban a Carlota y su historia de valentía, amistad y aprendizaje.

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