La Pluma de la Gratitud



Había una vez en el bosque encantado de Villa Pomelo, un pajarito llamado Segolpio que vivía en un hermoso árbol de vananas con pinches grandes. Segolpio era un pajarito muy curioso y valiente, siempre buscando aventuras y nuevos amigos.

Un día, mientras exploraba los alrededores de su árbol de vananas, Segolpio escuchó un suave llanto proveniente de lo profundo del bosque. Intrigado, decidió seguir el sonido y pronto descubrió a una pequeña hada llorando junto a un arroyo.

La hadita se había lastimado una ala y no podía volar. Segolpio se acercó con cuidado y le preguntó qué le pasaba.

La hadita explicó entre sollozos que se había caído de una rama mientras jugaba con sus amigas hadas. Sin dudarlo ni un segundo, Segolpio ofreció su ayuda: "No te preocupes, yo te llevaré hasta tu casa en mi árbol de vananas con pinches grandes".

La hadita, sorprendida por la generosidad del pajarito, aceptó encantada la ayuda. Segolpio la ayudó a subir a su espalda y juntos emprendieron el vuelo hacia el árbol de vananas.

Durante el camino, la hadita le contó a Segolpio sobre la magia del bosque y cómo cada criatura tenía algo especial que ofrecer al mundo. Al llegar al árbol de vananas con pinches grandes, las amigas hadas de la pequeña hadita salieron emocionadas a recibirlos.

Agradecidas por haber traído sana y salva a su amiga, decidieron hacerle un regalo especial a Segolpio como muestra de gratitud. "¡Muchas gracias por tu valentía y generosidad, querido pajarito! Queremos regalarte una pluma mágica que te dará fuerza para superar cualquier obstáculo en tu camino", dijo la líder de las hadas.

Segolpio recibió emocionado el regalo y prometió usarlo sabiamente para ayudar a quienes lo necesitaran en el futuro.

Desde ese día, Segolpio se convirtió en el héroe del bosque encantado de Villa Pomelo, siempre dispuesto a tender una ala amiga a quien lo necesitara. Y así fue como el pajarito Segoplio aprendió que la verdadera magia reside en ser bueno con los demás y estar dispuesto a ayudar sin esperar nada a cambio.

Y colorín colorado este cuento ha terminado pero seguramente habrán muchas más aventuras por vivir en Villa Pomelo.

FIN.

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