La Pócima de la Felicidad
Había una vez en la Escuela de la Alegría, un maestro llamado Profesor Risueño. Era conocido por su sonrisa contagiosa y su amor por enseñar a sus alumnos con alegría y entusiasmo.
Sin embargo, el Profesor Risueño tenía un pequeño secreto: cuando se enojaba, se transformaba en un monstruo gruñón que asustaba a todos los niños.
Un día, durante una clase de matemáticas, uno de los alumnos cometió un error y el Profesor Risueño sintió cómo la ira comenzaba a apoderarse de él. Su piel empezó a volverse verde y escamosa, sus ojos brillaban con furia y su voz retumbaba como truenos. Los niños gritaron asustados y corrieron a esconderse debajo de los pupitres.
"¡Profesor Risueño, por favor cálmese!", suplicó Valentina, una niña valiente con trenzas doradas. Pero ya era tarde. El maestro se había convertido en el temible Monstruo Gruñón y estaba a punto de arrasar con todo a su paso.
Los niños sabían que debían hacer algo rápido para detenerlo antes de que fuera demasiado tarde. "¡Tenemos que encontrar una solución! ¡No podemos dejar que el hechizo del enojo lo controle!", exclamó Mateo, un niño inteligente con lentes redondos.
Los alumnos se pusieron manos a la obra y comenzaron a buscar en libros antiguos y enciclopedias una manera de revertir el hechizo del Monstruo Gruñón.
Después de horas de investigación, descubrieron la receta para una pócima especial que podía devolver al Profesor Risueño su alegría perdida. Con determinación, los niños reunieron todos los ingredientes necesarios: risas de bebé, rayos de sol matutinos, abrazos sinceros y canciones alegres.
Mezclaron todo con cuidado en un caldero gigante hasta obtener una pócima brillante y chispeante. "¡Es hora de actuar! ¡Vamos al salón del profesor antes de que sea demasiado tarde!", exclamó Valentina liderando al grupo hacia donde se encontraba el Monstruo Gruñón furioso.
Al entrar al salón del profesor, vieron al monstruo destrozando pupitres y lanzando tizas por doquier. Sin dudarlo, Valentina se acercó al monstruo y le ofreció la pócima brillante. "¡Profesor Risueño, beba esta pócima! ¡Recupere su alegría perdida!", clamó Valentina con esperanza en sus ojos.
El Monstruo Gruñón miró la pócima por un momento antes de tomarla entre sus garras temblorosas. Bebió lentamente mientras los niños contenían la respiración esperando el milagro.
De repente, una luz cegadora envolvió al monstruo que comenzó a reducirse poco a poco hasta revelar al Profesor Risueño sonriente y radiante como siempre. Sus ojos brillaban con gratitud mientras abrazaba cariñosamente a cada uno de sus alumnos. "Gracias queridos niños por devolverme mi verdadera esencia.
A partir de hoy prometo controlar mi ira para siempre", dijo emocionado el Profesor Risueño mientras los niños lo rodeaban felices.
Desde ese día en adelante, el Profesor Risueño nunca más volvió a convertirse en el Monstruo Gruñón gracias al amor incondicional y la valentía demostrada por sus queridos alumnos. Juntos aprendieron que con bondad y comprensión siempre se puede superar cualquier obstáculo ¡Y así continuaron viviendo felices para siempre en la Escuela de la Alegría!
FIN.