La poción de la alegría


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Juguete, un muñeco muy especial llamado Tobías. Tobías era un muñeco de trapo con una sonrisa eterna y ojos brillantes que siempre alegraba a todos los niños del lugar.

Un día, mientras Tobías paseaba por el parque del pueblo, vio algo extraño en el cielo. Eran unos platillos voladores que descendían lentamente hacia él.

Eran los marcianos, seres verdes con antenas en la cabeza y ojos grandes como platos. "¡Oh no! ¡Los marcianos vienen por mí!", exclamó Tobías asustado. Los marcianos rodearon a Tobías y le explicaron que lo habían estado observando desde su planeta Marte y estaban fascinados por su bondad y alegría.

Querían llevárselo con ellos para enseñarles a los marcianitos cómo ser tan amables como él. Tobías, aunque estaba asustado, decidió mantener la calma y pensar en una solución para no ser llevado lejos de su hogar.

Recordó que cerca del parque vivía la Bruja Margarita, una bruja buena que siempre ayudaba a quienes lo necesitaban. Corrió lo más rápido que pudo hasta la casa de la Bruja Margarita y le contó todo lo sucedido.

La bruja escuchó atentamente y dijo:"Tranquilo, Tobías. Tengo un plan para ayudarte. "La Bruja Margarita preparó una poción mágica con ingredientes especiales y se la dio a Tobías para que se la arrojara a los marcianos justo cuando estuvieran por llevarlo.

Los marcianos regresaron al parque y tomaron a Tobías en sus brazos para llevárselo. Pero justo antes de subir al platillo volador, Tobías arrojó la poción mágica sobre ellos.

De repente, los marcianos comenzaron a reír sin poder parar y se quedaron inmóviles ante tanta risa. "¡Ja ja ja! ¡Qué divertidos somos ahora!", exclamaron los marcianos entre carcajadas. Tobías les explicó que la poción mágica tenía el poder de contagiar alegría a todos quienes estuvieran cerca de ella.

Los marcianos sintieron tanta felicidad al estar junto a Tobías que decidieron quedarse en Villa Juguete para aprender más sobre cómo ser amables y divertidos como él.

Desde ese día, los niños del pueblo jugaron junto a los simpáticos marcianitos verdes gracias al buen corazón de Tobías y la ayuda de la Bruja Margarita. Y así, Villa Juguete se convirtió en un lugar donde reinaba la alegría y la amistad entre humanos y extraterrestres.

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