La poción mágica de la Navidad


Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, tres hermanos llamados Martín, Sofía y Lucas. Se acercaba la noche de Navidad y estaban muy emocionados porque sabían que papá Noel vendría a dejarles regalos bajo el árbol.

Sin embargo, ese año los tres hermanos tenían problemas para conciliar el sueño. Estaban tan ansiosos por ver a papá Noel que no podían cerrar los ojos ni un segundo.

Martín, el mayor de los hermanos, decidió que debían hacer algo para poder dormir y así sorprender a papá Noel dejando los regalos. Entonces se les ocurrió una idea: ir al bosque mágico donde vivía el hada del sueño.

Así que los tres hermanos se levantaron sigilosamente de sus camas y salieron por la ventana hacia el bosque. Caminaron entre árboles altísimos y arbustos encantados hasta encontrar una pequeña casita brillante donde vivía el hada del sueño.

Al llegar, tocaron suavemente la puerta y apareció un hadita con alas doradas y una varita mágica en la mano. "¡Hola! ¿Qué puedo hacer por ustedes?" preguntó amablemente. Los niños le contaron su problema: no podían dormir porque estaban demasiado emocionados esperando a papá Noel.

El hada sonrió comprensiva y dijo: "No se preocupen, tengo algo especial para ayudarlos". El hada les dio a cada uno una poción mágica hecha con polvo de estrellas y les explicó cómo debían tomarla antes de acostarse.

Les dijo que cerraran los ojos y pensaran en cosas bonitas, como jugar en la nieve o abrir los regalos de Navidad. Los hermanos agradecieron al hada y regresaron a casa emocionados por probar la poción mágica.

Al llegar, se acostaron en sus camas y siguieron las instrucciones del hada. Martín, Sofía y Lucas cerraron los ojos y poco a poco comenzaron a sentirse relajados. La magia de la poción hizo efecto y antes de darse cuenta, ya estaban profundamente dormidos.

En medio de la noche, un ruido suave despertó a Martín. Abrió sus ojos lentamente y no podía creer lo que veía: ¡papá Noel estaba allí! Vestido con su traje rojo brillante, dejaba cuidadosamente los regalos bajo el árbol.

Martín se levantó sigilosamente para no asustar a papá Noel y fue corriendo hacia sus hermanos para contarles lo que estaba pasando. Sofía y Lucas también se despertaron emocionados al enterarse de la visita sorpresa.

Los tres hermanos observaban desde lejos mientras papá Noel terminaba de dejar los regalos. Estaban llenos de alegría al verlo tan cerca, pero sabían que debían mantenerse callados para no arruinar la sorpresa.

Cuando papá Noel terminó su tarea, les guiñó un ojo y desapareció en un destello mágico. Los niños saltaron de emoción e hicieron una promesa: nunca más tendrían problemas para dormir en Nochebuena.

Desde aquel día, Martín, Sofía y Lucas aprendieron a controlar su emoción y a relajarse antes de dormir. Cada año, tomaban la poción mágica del hada del sueño y se acostaban temprano para recibir los regalos de papá Noel.

Y así fue como los tres hermanos descubrieron que aunque estuvieran muy emocionados por la llegada de papá Noel, era importante descansar para poder disfrutar al máximo de la magia de la Navidad.

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