La Pregunta de la Princesa



Hace 11 meses, en el reino de Cuerdorada, vivía una princesa de cabellos rubios y rulos llamativa, llamada Lía. A pesar de su belleza, la gente del castillo sabía que su carácter era un poco... temperamental. Lía a menudo se enojaba por tonterías, como que los pájaros desordenaran su jardín, o que no le trajeran su postre favorito a la hora exacta.

Un día, mientras paseaba por el bosque encantado que rodeaba el castillo, Lía conoció a un príncipe de tierras lejanas, llamado Santiago. Era moreno, con ojos profundos y una sonrisa que iluminaba incluso los días más nublados.

"Hola, princesa. Soy Santiago, el príncipe de la tierra del Sol Radiante. He venido a buscar aventuras. ¿Qué tal si me cuentas sobre tu reino?" - le dijo Santiago con un tono amable.

Lía quedó cautivada por su dulzura y su forma de mirar. Hicieron un trato: Santiago la enseñaría sobre el mundo exterior, y Lía le mostraría los secretos de su reino. Con el tiempo, la princesa comenzó a relajarse más y a dejar atrás sus enojos.

Un día, mientras paseaban cerca del lago Espejo, Lía se sintió inspirada.

"Santiago, tengo una pregunta para vos..." - dijo con un leve temblor en su voz.

"¿Qué sucede, Lía? Puedes preguntarme lo que quieras" - respondió él, mirando con curiosidad.

"¿Cómo hiciste para no asustarte de mi carácter alocadito? Todos en el castillo me temen porque me enojo fácil, pero vos... vos siempre mantuviste tu calma".

Santiago sonrió.

"Algunas veces, las personas son como los espejos. Reflejan lo que reciben de los demás. Si mostraste enojo, puede que te haya respondido con comprensión. Pero si mostraste amabilidad, tal vez habría respondido con una sonrisa".

- “¿Entonces creés que puedo cambiar? ” - preguntó Lía con temor.

"Claro. El cambio siempre es posible. Solo tenés que reconocer cómo te sientes y tratar de ver lo bello en las pequeñas cosas" - respondió Santiago.

Lía pensó mucho en eso. Decidió que iba a intentar ser más amable y menos enojona. Pero ya sabes cómo son las princesas: algunas veces es difícil cambiar.

Sin embargo, Lía no se rindió. Al día siguiente decidió invitar a todos los niños del reino a su jardín. Y sin queja alguna, se puso a jugar con ellos.

Los niños estaban encantados, y uno de ellos le preguntó.

- “¿Por qué hoy estás tan sonriente, princesa? ”

"Porque hoy decidí dejar que la alegría y la diversión me guíen, y el enojo se quede en casa" - dijo Lía con una gran sonrisa.

A medida que pasaron los meses, Lía se dio cuenta de que su vida era mucho más divertida sin enojos. Sus amigos también notaron el cambio y comenzaron a acercarse más a ella. Y lo mejor: Santiago siempre estaba a su lado, apoyándola.

Un día, en una fiesta llena de música y risas, Lía se animó a hacer una pregunta más.

"Santiago, ¿te gustaría quedarte aquí en Cuerdorada para siempre?"

Santiago la miró, dándole una suave sonrisa.

"Lía, me encanta tu reino y también todo el corazón que has compartido. Acepto tu oferta, siempre que sigas siendo la princesa alegre que descubrí".

Lía, se sintió más feliz que nunca.

Y así, Lía y Santiago demostraron que la amabilidad y la comprensión pueden cambiar muchas cosas. Aunque los enojos son parte de la vida, la alegría puede ser siempre una elección.

Desde aquel día, Lía aprendió a ver el mundo a través de la sonrisa y el amor. Y en ocasiones, incluso los rulos de la princesa brillaban más que el sol. Esa fue la aventura mágica de la princesa que cambió su enojo por alegría.

FIN.

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