La Primavera Pérdida



En el pequeño pueblo de Florlandia, todos los años se celebraba la llegada de la primavera con la Fiesta de las Flores. Sin embargo, una mañana, los habitantes del pueblo se despertaron y descubrieron que ¡la primavera había desaparecido!

María, una niña curiosa y valiente, decidió que no podía dejar que su pueblo se entristeciera. "No podemos perder la primavera, ¡tengo que encontrarla!", dijo mientras miraba al cielo azul.

María se armó con su mochila llena de semillas y partió hacia el Bosque de las Maravillas, conocido por sus misterios y aventuras. Al entrar al bosque, se encontró con un conejo llamado Tutú, quien parecía muy confundido.

"¿Por qué estás tan triste, Tutú?"- le preguntó María.

"No sé dónde están las flores. Sin primavera, no puedo hacer mi casa de pétalos, y sin mi casa, no puedo invitar a mis amigos"- respondió el conejo mientras movía sus orejas largas.

María decidió que ayudaría a Tutú a encontrar la primavera. Juntos continuaron su camino, y de pronto encontraron a una mariposa que volaba desorientada.

"¿Qué te pasa, mariposa?"- preguntó María.

"No sé dónde están las flores. Sin ellas, no puedo danzar ni alegrar el bosque"- contestó la mariposa con tristeza.

María pensó que debían intentar encontrar a otros animales del bosque. Al poco tiempo, encontraron a un viejo sabio, el búho Don Sabias, que aparentemente estaba preparado para brindarles alguna pista.

"¿Dónde estará la primavera?"- preguntó María.

"La primavera no se puede perder, pero a veces se oculta detrás de la tristeza. Deben buscar en el corazón de quien más ama la primavera"- respondió el búho, moviendo sus grandes ojos sabios.

María y Tutú se miraron y decidieron visitar a la florista del pueblo, la señora Pétala, quien siempre sabía qué hacer en estos casos. Cuando llegaron a su casa, la encontraron bastante desanimada.

"Señora Pétala, ¿ha visto la primavera?"- preguntó María.

"No, querida, no he podido plantar mis flores ni hacer mis ramos hermosos. Sin primavera, todo es gris"- respondió la anciana arrugando su delantal.

María le contó sobre su misión y, juntos, se dieron cuenta de que la señora Pétala había dejado de cuidar sus plantas porque había perdido la esperanza en la llegada de la primavera. María se acercó a ella y dijo:

"Si trabajamos juntos, tal vez podamos traer de vuelta a la primavera. ¿Te gustaría ayudarnos?"- Sugirió con una sonrisa.

La florista, entusiasmada por la idea, aceptó, y así los tres comenzaron a sembrar semillas y cuidar de los pequeños brotes que empezaban a asomar entre la tierra. Día tras día, trabajaban llenos de alegría, y cada pequeño avance renacía una chispa de la primavera en sus corazones.

Finalmente, un día, mientras regaban las plantas, los primeros colores comenzaron a asomarse, un espectáculo de lilas, rojos y amarillos. Las flores florecieron en todo su esplendor, llenando de vida el pueblo y el bosquecillo.

María, Tutú y la señora Pétala sostuvieron la fiesta de la primavera, y todos los habitantes de Florlandia se unieron a la celebración.

"Miren, ¡la primavera ha vuelto!"- gritaba Tutú mientras saltaba por los jardines adornados de flores.

"No hay nada que perder en la tristeza, porque siempre hay una flor que florecerá en nuestro corazón"- dijo María, sonriendo radiante.

Y desde aquel día, Florlandia nunca olvidó que incluso en los momentos más grises, siempre hay algo que hacer para volver a ser felices. La primavera no solo había vuelto a sus jardines, sino también a los corazones de todos.

Así, María aprendió que la esperanza y el trabajo en equipo eran la clave para no perder nunca el brillo de la primavera. Y el bosque, lleno de flores, se convirtió en el lugar de encuentro para todos los animales y habitantes del pueblo.

Así finalizó la gran aventura de María y sus amigos, con una temporada llena de risas y flores, donde nunca más se permitió la pérdida de la primavera ni el brillo en los corazones de los habitantes de Florlandia.

FIN.

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