La Primera Feliz Navidad de Alegrosita en Su Nuevo Hogar
Era una calurosa mañana de diciembre cuando Alegrosita se despertó en su nuevo hogar. Había dejado atrás las colinas y los ríos de su antigua casa, pero la idea de celebrar su primera Navidad en este lugar la llenaba de alegría. Todo era diferente: el aire fresco, el sonido de los pájaros y el suave susurro del viento entre los árboles. Pero, a pesar de todo, Alegrosita sentía una punzada de nerviosismo en su pancita.
Mientras desayunaba, su mamá le dijo: "¡Alegrosita! Hoy tenemos que empezar a decorar la casa para Navidad. ¿Te gustaría ayudarme?"
"¡Sí!" -exclamó Alegrosita, olvidando sus miedos. Juntas, comenzaron a colgar adornos brillantes por toda la sala. Alegrosita se sintió emocionada al ver cómo el lugar cobraba vida.
Finalmente, decidieron salir al patio a elegir un árbol de Navidad. No había árboles decorados como los de su antigua casa, pero Alegrosita sabía que podían hacer uno especial. Elegieron el más grande y frondoso que encontraron.
"¡Mirá qué hermoso!" -dijo Alegrosita dando saltitos de alegría.
"Vamos a hacerlo nuestro, mi amor," -contestó su mamá con una sonrisa.
Así que decidieron reunir materiales de la naturaleza para adornar el árbol. Recogieron hojas secas, piñas, y pequeñas ramas. Con hilo y piedras de colores que habían encontrado, empezaron a crear hermosos adornos. El árbol se transformaba poco a poco en su obra maestra. Pero cuando ya parecía estar listo, comenzaron a escuchar ruidos extraños.
"¿Qué será eso?" -preguntó Alegrosita, con los ojos muy abiertos.
Al asomarse, vieron a un grupo de patitos que estaban jugando cerca de una charquita. Eran tan tiernos y alegres que Alegrosita no pudo resistir.
"¡Hola, patitos! ¿Quieren venir a jugar?" -los invitó.
Los patitos se acercaron y comenzaron a nadar y chapotear en el agua. Alegrosita se unió a ellos, riendo y disfrutando del momento. Sin embargo, al mirar el árbol, se dio cuenta de que habían olvidado un detalle importante: la estrella en la cima.
"¡Oh no!" -exclamó Alegrosita, corriendo de regreso. Mientras intentaba subir al árbol para colocar la estrella, resbaló y cayó. Pero, en lugar de rendirse, se levantó riendo.
"No importa, ¡tendremos que encontrar otra forma de ponerla!" -dijo, decidida.
Llamó a sus amigos los patitos para pedir ayuda.
"Patitos, necesito un poco de su ayuda, ¿pueden volar hasta la cima del árbol?" -les preguntó.
Los patitos intercambiaron miradas y, para asombro de Alegrosita, comenzaron a volar.
"¡Increíble!" -gritó Alegrosita mientras los patitos alzaban vuelo y colocaban la estrella en la punta del árbol.
Cuando finalmente terminaron, el árbol brillaba con todos sus adornos.
"Este será el árbol más especial de todos," -dijo Alegrosita, abrazando a su mamá y a los patitos.
La tarde avanzaba y llegó el momento de preparar la cena de Nochebuena. Juntos, en la cocina, comenzaron a preparar una deliciosa cena. Alegrosita aprendió a hacer tortas, galletitas y su especialidad: tortas de frutas. Mientras cocinaban, su mamá le contaba historias sobre la Navidad.
"¿Sabías que la Navidad es un momento para compartir y disfrutar con quienes amamos?" -preguntó su mamá.
"Sí, y también para ayudar a los demás," -respondió Alegrosita.
Mientras el olor a comida llenaba la casa, Alegrosita decidió que quería llevar algo de lo que habían cocinado a los nuevos vecinos.
"Mamá, ¿podemos hacer unas galletas y llevarlas a los vecinos?" -preguntó con entusiasmo.
"¡Claro, mi amor! ¡Esa es una hermosa idea!" -le respondió su mamá.
Prepararon una canasta llena de delicias y se dirigieron a la casa de al lado. Al tocar la puerta, un niño de su edad se asomó.
"¡Hola! Somos Alegrosita y su mamá. Traemos unas galletitas de Navidad," -dijo Alegrosita con una gran sonrisa.
"¡Hola, me llamo Nico! ¡Gracias!" -dijo el chico, encantado.
Pronto, Alegrosita y Nico comenzaron a charlar como si fueran amigos desde hace mucho. Juntos hablaron de sus juegos favoritos y de cómo estaban disfrutando de la Navidad en el nuevo barrio.
Al caer la noche, regresaron a su casa. La cena estaba lista y el árbol de Navidad iluminaba todo el lugar.
"No hay nada mejor que compartir este momento con quienes amamos y con nuevos amigos," -dijo su mamá.
"¡Y todo empezó con un árbol, una estrella y unos patitos!" -agregó Alegrosita, llena de satisfacción. Así, en esa mágica noche, Alegrosita comprendió que la verdadera Navidad se trataba de compartir, crear recuerdos y disfrutar de cada momento. Mientras la familia se sentaba a cenar y celebraba con risas, Alegrosita miró a su mamá y le sonrió.
"Me encanta mi nuevo hogar, ¡y mi nueva familia también!" -dijo.
Y así, Alegrosita vivió su primera feliz Navidad en su nuevo hogar, rodeada de amor, amistad y alegría, descubriendo que lo que realmente hacía especial a ese momento era la gente que elegía estar en su vida.
FIN.