La Primera Navidad de Joaquín



Era la primera Navidad de Joaquín. Había llegado a la familia de acogida un par de meses atrás, y aunque se sentía algo nervioso, también estaba emocionado por celebrar estas fechas tan especiales. La familia con la que vivía, los González, lo habían recibido con los brazos abiertos y le habían prometido una Navidad inolvidable.

Desde que Joaquín despertó aquella mañana de Nochebuena, no podía dejar de mirar el árbol decorado en el medio de la sala, lleno de luces parpadeantes y adornos brillantes.

"Mirá cuánto brillan las luces, Joaquín" - dijo Sofía, la hija mayor de los González, mientras le daba la mano. "¿Te gusta?"

"¡Es hermoso!" - respondió Joaquín, con los ojos llenos de asombro. "Nunca había visto un árbol así."

Mientras decoraban las galletas navideñas en la cocina, Joaquín se sintió feliz, aunque un poco triste por su familia biológica que no podía estar con él.

"¿Qué pasa, Joaquín?" - le preguntó Lucas, el hermano pequeño. "¿Por qué estás callado?"

"Es solo que a veces extraño mi casa…" - dijo Joaquín, mirando al suelo.

"Puedo entenderlo, pero aquí estamos todos juntos, y eso es lo que importa" - dijo Sofía, sonriendo.

Fue así como pasó la tarde, decorando galletas y compartiendo risas, hasta que llegó la hora de la cena. La familia González se reunió alrededor de la mesa, con la comida humeante y deliciosa.

"Antes de comenzar, quiero que cada uno comparta algo que le agradece a la vida" - propuso el papá.

"Yo agradezco tener una familia que me quiere" - dijo Sofía.

"Yo estoy agradecido por poder jugar al fútbol" - agregó Lucas.

"Y yo por tenerlos a ustedes" - dijo Joaquín con una gran sonrisa.

La cena fue maravillosa, llena de risas y buenos momentos. Al terminar la comida, Joaquín no podía esperar para abrir los regalos.

"¿Puedo abrir el mío primero?" - preguntó.

"¡Claro!" - exclamaron Sofía y Lucas emocionados.

Joaquín tomó la caja, la sacudió un poco y luego rompió el papel de regalo. Dentro había un peluche en forma de angelito.

"¡Es precioso!" - gritó Joaquín. "¿Puedo llevarlo siempre conmigo?"

"Por supuesto, es para eso" - dijo la mamá, acariciando la cabeza del peluche.

La magia de la Navidad se sentía en el aire, y después de los regalos, se apuraron a sacar los bizcochos y el chocolate caliente. La familia se acomodó en el sofá con Joaquín, que abrazaba su angelito de peluche.

"Este es mi mejor regalo de todos" - dijo Joaquín, sonriendo.

Esa noche, mientras todos se preparaban para dormir, un ruido inusual hizo que Joaquín se despertara. Era Lucas, ansioso.

"¡Joaquín! ¡Despertate! Hay algo en el patio!" - susurró Lucas.

"¿Qué? No puede ser…" - contestó Joaquín, frotándose los ojos.

Ambos chicos salieron al patio y se encontraron con una escena mágica. Un trineo lleno de regalos con un montón de luces de colores iluminaba el lugar.

"¡Mirá, es como si los Reyes Magos hubieran venido antes!" - dijo Lucas emocionado.

"Esto es increíble" - comentó Joaquín, con los ojos bien abiertos.

Los chicos comenzaron a abrir los regalos-del trineo, riendo y jugando. Había juguetes, libros y dulces.

"Creo que esto es una señal de que aquí estamos muy felices" - dijo Joaquín.

La familia González fue despertándose poco a poco y al ver la escena, la sonrisa nunca abandonó sus rostros.

"¡Feliz Navidad a todos!" - gritó el papá, abrazando a Joaquín y a Lucas.

"¡Feliz Navidad!" - gritaron todos juntos, incluidos sus nuevos amigos.

Joaquín sintió que esa Navidad no solo era especial porque era la primera con su nueva familia, sino porque la magia de compartir y amar era la verdadera esencia de las fiestas. Comprendió que, aunque había cosas que extrañaba, la felicidad se podía encontrar en los momentos vividos con quienes te rodean.

El angelito de peluche que tenía en brazos fue el símbolo de su nueva vida, lleno de cariño y compartido con amor.

FIN.

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