La Princesa Alessandra y su fiesta de cumpleaños encantada



Era una hermosa mañana en el reino de Lumino, donde el sol brillaba y las flores florecían con colores vibrantes. La Princesa Alessandra estaba emocionada, pues ese día cumplía diez años. Para celebrar, había decidido organizar una fiesta especial en el jardín del castillo, lleno de árboles y flores mágicas que encantaban a todos los que pasaban por allí.

"- ¡Hoy es un día muy especial!", gritó la princesa mientras corría por los pasillos del castillo.

Su amiga, la pequeña hadita Lila, la seguía volando detrás de ella.

"- ¡Sí! ¡No puedo esperar a que lleguen todos nuestros amigos!", contestó Lila, moviendo sus alas con alegría.

Alessandra había planeado un evento lleno de sorpresas: juegos, pastel, y lo más emocionante, una búsqueda del tesoro con pistas mágicas. Pero, mientras preparaban todo, un problema se cernía sobre ellos. Un oscuro y travieso mago llamado Malvado Mirth había escuchado sobre la fiesta y quería sabotearla. Mirth pecaba de inseguro y siempre hacía travesuras para sentirse poderoso.

Esa tarde, cuando los primeros invitados llegaron, el jardín estaba radiante. Pero justo cuando Alessandra estaba por cortar el pastel, una nube oscura cubrió el sol y la risa de los niños se desvaneció como un susurro. El mago había lanzado un hechizo que hizo que todos los globos y decoraciones desaparecieran.

"- Malvado Mirth, ¿por qué arruinas nuestra fiesta?", gritó Alessandra alzando la voz, decidida a enfrentarlo.

"- Porque me siento solo y quiero que todos vean lo poderosa que soy", contestó el mago, sus ojos llenos de tristeza.

Alessandra se dio cuenta de que, detrás de aquella maldad, había un corazón solitario. En lugar de enojarse, decidió hacer algo diferente.

"- ¿Por qué no vienes a festejar con nosotros, Mirth?", le propuso con una sonrisa. "- Podemos compartir los globos y la diversión. Te prometo que nadie te rechazaría aquí".

El mago se quedó sorprendido por la gentileza de la princesa. Nadie le había ofrecido amistad antes. Mirth titubeó, reflexionando sobre la oferta.

"- Pero yo…", empezó a decir, y luego se detuvo. "- Nunca he sido parte de algo así".

"- Entonces, hoy es tu oportunidad", le dijo Lila mientras revoloteaba a su alrededor. "- ¡Ven a celebrar con nosotros!"

Con un suspiro resignado, Mirth se acercó, y su corazón empieza a cambiar. Alessandra, Lila, y todos los niños comenzaron a hacerle preguntas, preguntándole sobre su magia y cómo hacía para hacer trucos. Mientras Mirth hablaba, la nube oscura se disipó, y el sol volvió a brillar sobre el jardín.

Justo en ese momento, Lila, la hadita, usó su magia para recrear los globos y las decoraciones que habían desaparecido. "- ¡Es mi regalo para vos, Alessandra!", exclamó.

Con un nuevo ambiente de alegría, todos comenzaron a bailar y a celebrar. Mirth se sintió incluso más especial que nunca al ser incluido en la fiesta. Comprendió al final que ser parte de un grupo, compartir risas y ser amado, era lo que realmente le hacía falta.

"- Gracias, Alessandra, por mostrarme que no necesito ser un villano para sentirme poderoso", le dijo el mago, sonriendo.

"- Siempre hay espacio para más amigos en nuestro reino", respondió la princesa alegremente.

Al final del día, cuando el sol se puso, Mirth ayudó a Alessandra a repartir bolsitas de dulces entre todos, como una forma de agradecerles por su amabilidad. Esa noche, el reino de Lumino brilló más que nunca, no solo por las luces de la fiesta, sino por la luz de la amistad y la inclusión.

Así, la Princesa Alessandra aprendió que, incluso en los momentos más difíciles, siempre hay una oportunidad para hacer nuevos amigos y cambiar corazones. Y que la verdadera magia no está en los trucos, sino en la bondad y el amor que podemos ofrecer a los demás. Desde ese día, Mirth se convirtió en un gran amigo del reino, prometiendo usar sus poderes para ayudar y no para hacer travesuras.

Y así, en Lumino, cada cumpleaños se celebraba también la llegada de un nuevo amigo y la posibilidad de cambiar el mundo con amor.

Feliz cumple, Alessandra. Y recordar, amigos, cada vez que vean a alguien solitario, no olviden que una sonrisa y un acto de bondad pueden traer la magia que todos necesitamos.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!