La Princesa Ana y sus Galletas Mágicas
Había una vez en un reino encantado, una princesa llamada Ana. Ana vivía en un hermoso castillo rodeado de jardines llenos de flores, donde siempre todo estaba radiante y brillante. Lo que más disfrutaba Ana era comer galletas de todos los sabores y colores. Desde galletas de chocolate hasta las más curiosas galletas de frutilla y maracuyá, cada bocado era una aventura mágica.
Un día, mientras estaba en la cocina del castillo, Ana encontró un antiguo libro de recetas. "¡Qué emocionante!"- exclamó al ver páginas llenas de recetas de galletas mágicas. Justo cuando estaba a punto de cerrar el libro, un brillo apareció en la última página y, para su sorpresa, apareció una galleta dorada con un aroma irresistible. "¡Debo probarla!"- pensó la princesa, y sin pensarlo dos veces, se preparó para hornearla.
Mientras amasaba la masa, escuchó una voz suave que decía: "¡Hola, Princesa Ana! Soy la Galleta de los Deseos. Todo lo que sepas sobre ser feliz, lo encontrarás en tu próxima galleta."-
Intrigada, Ana miró alrededor, pero solo había ella y la galleta. Pensó que era parte de su imaginación y continuó con su tarea. Cuando sacó la galleta brillo dorado del horno, al primer mordisco, sintió una chispa de felicidad recorrer su cuerpo. "¡Es deliciosa!"- exclamó. Decidió compartirla con sus amigos del castillo: Carlitos, el pequeño duende, y Bella, la gallina parlante.
"¡Prueba esta galleta mágica!"- les dijo Ana, emocionada. Carlitos y Bella se unieron a ella, y juntos, disfrutaron de más galletas de todos los sabores, riendo y jugando como siempre. Pero Ana, que no podía resistirse, empezó a comer más y más galletas, hasta que un día, frente al espejo, se dio cuenta de que ya no se sentía tan ligera.
"¿Ana, estás bien?"- preguntó Carlitos con preocupación al verla suspirar. "Creo que he comido demasiadas galletas y ahora no me siento bien."- respondió la princesa, mientras se acariciaba la pancita.
"Hay que encontrar una solución. La Galleta de los Deseos dijo que en cada galleta hay una enseñanza. Quizás debemos descubrir qué querer hacer con esto"- sugirió Bella.
Ana se mostró pensativa. "¿Sabes qué? Tal vez lo que me hace feliz no es comer tantas galletas, sino compartir momentos con ustedes. Así que haré una fiesta de galletas, pero en lugar de comer todo yo, haré que cada uno traiga su receta y aprendamos juntos a hacerlas... ¡y compartirlas!"-
Diplomática y decidida, inmediatamente organizó la fiesta de las galletas, invitando a todos los habitantes del castillo. El día de la fiesta, la cocina era un torbellino de risas, colores y deliciosos aromas. Todos los amigos de Ana llegaron con sus propias recetas y, en un abrir y cerrar de ojos, tenías miles de galletas para saborear.
La Galleta de los Deseos se sintió feliz al ver a Ana sonriendo y riendo, rodeada de amigos, y le susurró: "Así se siente verdaderamente la felicidad, querido corazón"-.
Desde aquel día, la princesa Ana aprendió a disfrutar de las galletas en moderación, y siempre las compartía con sus amigos. Así que cada fin de semana, hacían una fiesta de galletas en el castillo, donde la alegría y la unión eran los ingredientes principales.
Y así, Ana descubrió que no solo las galletas podían ser mágicas, sino también los momentos que compartía con quienes amaba.
FIN.