La princesa auténtica


Había una vez en un reino lejano, un apuesto príncipe que estaba en busca de su princesa ideal para casarse. Había conocido a muchas jóvenes nobles y hermosas, pero ninguna lograba conquistar su corazón.

El príncipe anhelaba encontrar a alguien especial, alguien con quien compartiera sus gustos y sueños. Un día, mientras una tormenta azotaba el castillo real, una joven empapada llegó a la puerta pidiendo refugio.

Decía ser una princesa perdida en medio del temporal y rogaba por ayuda. La reina, siempre cauta ante extraños, dudó de la veracidad de sus palabras. Para poner a prueba si realmente era una princesa legítima, decidió seguir el antiguo cuento del guisante bajo los colchones.

La reina ordenó preparar veinte colchones y colocar un pequeño guisante debajo del último de ellos.

Si la joven podía sentir el guisante a través de todas esas capas al dormir sobre ellos, demostraría ser una verdadera princesa acostumbrada al confort real. La misteriosa joven aceptó el desafío sin titubear y se dispuso a descansar sobre los colchones apilados esa noche. Mientras tanto, el príncipe observaba preocupado desde lejos; algo en aquella chica lo había intrigado desde su llegada.

Al amanecer, la joven se levantó con ojeras pero con una sonrisa radiante en el rostro. "-¡Lo he sentido! ¡He sentido algo pinchándome toda la noche!", exclamó emocionada ante la mirada incrédula de la reina y las doncellas.

El príncipe corrió hacia ella con alegría en los ojos. "-¡Eres una verdadera princesa! ¡Una que puede sentir hasta el más mínimo detalle bajo veinte colchones!", expresó asombrado pero feliz.

La reina comprendió entonces que esa joven valiente y genuina era justo lo que su hijo necesitaba: alguien con sensibilidad y autenticidad en un mundo lleno de falsedad y artificio. La boda fue celebrada con gran pompa y alegría en todo el reino.

Desde ese día, la nueva princesa enseñó al príncipe importantes lecciones sobre humildad, empatía y sinceridad. Juntos gobernaron sabiamente el reino, recordando siempre aquella noche donde un simple guisante les mostró el verdadero valor de las personas más allá de las apariencias exteriores.

Y colorín colorado este cuento ha terminado; porque no importan los títulos ni riquezas cuando se tiene nobleza en el corazón.

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