La princesa aventurera
Había una vez en un lejano reino, una princesa llamada Lisa. Lisa vivía en un hermoso castillo junto a sus padres, el rey y la reina.
Sin embargo, a pesar de tener todo lo que podía desear, Lisa se sentía atrapada y aburrida en ese lugar. Un día, mientras paseaba por los jardines del castillo, Lisa vio a unos niños jugando fuera de las murallas.
Su corazón se llenó de curiosidad y emoción al verlos tan libres y felices. Fue entonces cuando decidió que ya no quería ser una princesa encerrada en un castillo. Sin pensarlo dos veces, Lisa ideó un plan para escaparse.
Esperó hasta la noche, cuando todos estaban dormidos, y trepó por la ventana de su habitación con una cuerda hecha con sábanas. Una vez afuera del castillo, corrió hacia el bosque desconocido.
Al principio estaba emocionada por ser libre como los demás niños, pero pronto se dio cuenta de que estar sola en el bosque era más difícil de lo que imaginaba. No tenía comida ni refugio y comenzaba a extrañar a su familia.
Lisa buscó ayuda entre los animales del bosque y encontró a un simpático conejo llamado Benito. Benito le ofreció comida y le enseñó cómo construir un refugio usando ramas y hojas secas. "Gracias Benito", dijo Lisa con gratitud. "Pero extraño mucho a mi familia".
Benito comprendió su tristeza y decidió acompañarla en su aventura para encontrar el camino de regreso al castillo. Juntos, caminaron durante días y exploraron diferentes lugares. Lisa aprendió a buscar comida en la naturaleza y a orientarse usando las estrellas.
Un día, mientras cruzaban un río, vieron a un grupo de hadas jugando cerca de la orilla. Lisa se acercó con curiosidad y les contó su historia. Las hadas escucharon atentamente y decidieron ayudarla.
Las hadas le dieron una varita mágica que le permitiría comunicarse con los animales del bosque y pedirles ayuda para encontrar el camino de regreso al castillo. Con la ayuda de sus nuevos amigos, Lisa siguió adelante con esperanza en su corazón.
Después de mucho esfuerzo y aventuras emocionantes, finalmente llegaron al castillo. Lisa estaba feliz de volver a ver a sus padres, quienes la recibieron con lágrimas en los ojos. "Hija querida", dijo el rey emocionado. "Estamos felices de tenerte de vuelta".
Lisa abrazó a sus padres y les contó todas las increíbles experiencias que había vivido durante su escapada. Les habló sobre Benito, las hadas y cómo había aprendido a valerse por sí misma en el bosque.
A partir de ese día, los padres de Lisa comprendieron que ella necesitaba más libertad y aventura en su vida como princesa. Decidieron abrir las puertas del castillo para que todos los niños del reino pudieran jugar dentro de sus muros.
Lisa se convirtió en una princesa diferente; no solo disfrutaba del lujo del castillo sino también compartía momentos divertidos con los demás niños. Juntos crearon un lugar donde todos podían ser libres y felices.
Y así, Lisa aprendió que la verdadera riqueza no se encuentra en los objetos materiales, sino en las experiencias compartidas y la libertad de ser uno mismo. Desde aquel día, el reino de Lisa fue conocido como el lugar donde los sueños se hacían realidad.
FIN.