La princesa Beliarnny y su nombre único



Había una vez en un reino lejano una hermosa princesa llamada Beliarnny. Ella vivía en un gran castillo rodeado de jardines llenos de flores de todos los colores y pájaros cantando alegremente.

La abuela de Beliarnny, la Reina Ángela, siempre había querido llamarla Belia, un nombre que para ella tenía un significado muy especial. Sin embargo, la princesa estaba acostumbrada a su nombre completo y no le gustaba cuando su abuela intentaba cambiarlo.

Un día soleado, mientras paseaba por los jardines del castillo, Beliarnny se encontró con un espejo mágico que le preguntó cuál era su nombre en abreviatura.

Sorprendida por la pregunta, la princesa intentó recordar cómo se abreviaba su nombre pero no pudo encontrar la respuesta. "¿Cómo te llamas en abreviatura?" -preguntó el espejo mágico. Beliarnny titubeó y finalmente respondió: "No lo recuerdo". El espejo comenzó a brillar intensamente y de repente desapareció ante sus ojos. La princesa se sintió confundida y preocupada.

Sin el espejo mágico, ¿cómo podría comunicarse con sus amigos animales del bosque? ¿Y qué pasaría si necesitaba pedir ayuda en caso de emergencia? Al regresar al castillo, Beliarnny notó que su abuela Ángela parecía triste y preocupada.

Al acercarse a ella, la Reina le dijo con voz entrecortada:"Querida Belia... digo, Beliarnny, me entristece ver que has olvidado tu nombre en abreviatura. Es importante recordar quiénes somos y de dónde venimos.

"La princesa se dio cuenta entonces de lo mucho que significaba para su abuela el nombre que ella había elegido para ella. Se sintió avergonzada por haberse olvidado de algo tan sencillo pero tan importante.

Decidida a remediar su error, Beliarnny emprendió un viaje por todo el reino en busca del espejo mágico perdido. En su camino encontró diversas criaturas mágicas que le ayudaron a superar obstáculos y desafíos.

Después de muchas aventuras emocionantes y valientes enfrentamientos con peligrosas criaturas malignas, la princesa finalmente encontró el espejo mágico. Con lágrimas en los ojos, pronunció su nombre en abreviatura: —"Belia" .

El espejo brilló intensamente una vez más y esta vez no desapareció sino que le otorgó a la princesa el poder de recordar siempre quién era realmente y cuánto significaba para aquellos que la amaban. Al regresar al castillo junto a su querida abuela Ángela, ahora podía escuchar claramente cada palabra pronunciada por ella con amor y sabiduría.

Desde ese día en adelante, Belia supo valorar aún más su identidad única e irreemplazable como parte fundamental de quién era verdaderamente: una valiente princesa dispuesta a enfrentar cualquier desafío que se presentara en su camino hacia la felicidad y el autoconocimiento.

FIN.

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