La Princesa Bondadosa



Había una vez en un reino muy lejano, una princesa llamada Cali. Era conocida por todos como la Princesa Tzadeket debido a sus constantes buenas acciones y su gran corazón.

Cali vivía en un impresionante castillo junto a sus padres, Joni y Maia. Cali siempre había sido una niña muy especial. Desde pequeña, se preocupaba por los demás y tenía un gran interés por ayudar a los más necesitados.

Por esta razón, ella y sus padres comenzaron a hacer mitzvot y maasim tovim para ayudar a los pobres de su reino. Un día, mientras caminaba por las calles del pueblo con su madre, Cali se encontró con una anciana que estaba sentada en el suelo llorando.

La princesa se acercó rápidamente para saber qué ocurría. "¿Qué te pasa? ¿Puedo ayudarte?", preguntó Cali amablemente. "Mi casa ha sido destruida por el último temporal y ahora no tengo donde vivir", respondió la anciana entre sollozos.

Cali no lo pensó dos veces y decidió llevarla al castillo para que pudiera pasar la noche allí. Pero eso no fue suficiente para ella; quería hacer algo más grande para ayudarla.

Así que al día siguiente, después de estudiar en el colegio Wolfsohn, Cali convocó a todos los carpinteros del reino para construirle una nueva casa a la anciana. Fue un trabajo duro pero gracias al esfuerzo de todos lograron construirla en poco tiempo.

La anciana estaba tan feliz que le dio las gracias muchas veces a la princesa y le dijo que siempre recordaría su gran corazón. Pero Cali no se detuvo allí, siguió haciendo buenas acciones por todo el reino.

Un día, mientras estaba en el bosque recolectando frutas para los pobres, se encontró con un zorro atrapado en una trampa para animales. Cali rápidamente liberó al animal y lo llevó a su casa para curar sus heridas.

Pero cuando llegó al castillo, se dio cuenta de que sus padres estaban muy preocupados porque ella había tardado demasiado tiempo en regresar. Le explicaron que habían recibido una carta amenazando con secuestrarla si seguía haciendo tantas buenas acciones y ayudando a los necesitados.

Cali no tenía miedo, pero sabía que debía ser cuidadosa. Así que decidió seguir ayudando a los demás pero sin llamar la atención. Continuaba haciendo mitzvot y maasim tovim todos los días sin importar las consecuencias.

Con el tiempo, la Princesa Tzadeket se convirtió en un ejemplo a seguir para todos los habitantes del reino. Su bondad y generosidad inspiraron a muchos niños y adultos a hacer lo mismo por los demás.

Y así fue como Cali aprendió que hacer el bien es importante aunque parezca difícil o peligroso. Que nunca debemos dejar de lado nuestra voluntad de ayudar a otros sin esperar nada a cambio.

La Princesa Tzadeket siempre será recordada por su gran corazón y por ser una verdadera heroína de las buenas acciones.

FIN.

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