La Princesa Celeste y el Sabio del Bosque
Érase una vez, en un reino lejano, una princesa llamada Celeste. Ella vivía en un hermoso castillo rodeado de montañas y bosques. Pero, a diferencia de muchas princesas, Celeste no pasaba sus días en fiestas ni en galas. A ella le encantaba estudiar. Desde pequeña, se pasaba horas en la biblioteca del castillo, rodeada de libros de todos los tamaños y colores.
Un día, mientras exploraba una antigua sección de la biblioteca, encontró un libro con una tapa polvorienta titulado 'Secretos de la sabiduría'. Emocionada, lo abrió y comenzó a leer. En una de las páginas, encontró un mapa que llevaba a un lugar misterioso que prometía mucho conocimiento: el Bosque de los Susurros.
"¡Mirá lo que encontré!" - exclamó Celeste al mostrarle el mapa a su mejor amiga, Lila, quien era muy aventurera.
"¿Hacia dónde nos lleva?" - preguntó Lila, con los ojos brillantes de emoción.
"Al Bosque de los Susurros. Dicen que allí vive un sabio que conoce todos los secretos del mundo" - respondió Celeste, con una gran sonrisa.
Decididas a encontrar al sabio, las dos princesas emprendieron el viaje al día siguiente, llevando una mochila llena de libros, bocadillos y un mapa. Después de caminar durante horas por senderos frondosos, comenzaron a escuchar suaves murmullos.
"¿Escuchás eso?" - preguntó Lila, mirando a su alrededor.
"Sí, parece que el bosque está hablando. Debe ser el lugar que buscamos" - respondió Celeste, con el corazón latiendo de emoción.
Finalmente, encontraron al sabio, un anciano de aspecto amable con una larga barba blanca y ojos brillantes. Estaba sentado bajo un árbol gigantesco, rodeado de libros.
"¿Quiénes son ustedes, y qué las trae a mi bosque?" - preguntó el sabio con una voz profunda.
"Soy la princesa Celeste y esta es mi amiga Lila. Venimos en busca de conocimiento" - dijo Celeste, sintiendo que el lugar estaba lleno de magia.
El sabio sonrió y dijo: "El conocimiento es un viaje, no un destino. Si quieren aprender, deben resolver tres acertijos."
Las princesas se miraron emocionadas. "¡Estamos listas!" - dijeron al unísono.
El sabio comenzó: "Primer acertijo: En el agua nací, en el agua crecí, y si salgo de ella, seguro moriré. ¿Qué soy?"
Celeste reflexionó por un momento y contestó: "¡Soy un pez!" - El sabio asintió y le dio una sonrisa.
"Segundo acertijo: No tiene boca, pero puede hablar. No tiene alas, pero puede volar. ¿Qué es?"
"¡Es el viento!" - exclamó Lila, llena de alegría. El sabio volvió a sonreír.
"Tercer acertijo: Cuanto más tomas, más dejas atrás. ¿Qué es?"
Las dos princesas se miraron confundidas, pero después de unos minutos de pensar, Celeste dijo: "¡Son los pasos!" - El sabio sonrió ampliamente.
"¡Correcto! Ustedes han probado ser dignas de conocer. Les daré un fragmento de sabiduría" - dijo el sabio, y les entregó un pequeño libro antiguo. "Este libro contiene enseñanzas sobre el valor del conocimiento y la importancia de compartirlo."
Celeste y Lila, agradecidas, prometieron que usarían lo aprendido para ayudar a otros en su reino. Cuando regresaron, organizaron clases en el castillo, donde podían compartir todo lo que habían aprendido.
Las Princesas se convirtieron en las maestras de su pueblo, enseñando a niñas y niños la importancia de la lectura, la curiosidad y la amistad.
Un día, mientras miraban las estrellas, Celeste le dijo a Lila: "Gracias por acompañarme a esta aventura. Aprendí que el verdadero conocimiento siempre trae consigo la responsabilidad de compartirlo."
"Y también, que cada aventura vale la pena si la compartís con una amiga" - concluyó Lila, sonriendo.
Y así, la Princesa Celeste vivió feliz, siempre buscando nuevas aventuras en el mundo del saber y toreando a los valientes que querían aprender y descubrir más, demostrando que la verdadera fuerza de una princesa está en su mente y corazón.
FIN.