La princesa de corazón
Había una vez en la Ciudad de Rosario, una princesa llamada Inés Pilar. Era conocida por su belleza y elegancia, pero también por su maldad y arrogancia. Siempre hacía lo que quería sin importarle los demás.
Un día, mientras caminaba por las calles de la ciudad, se encontró con un grupo de niños jugando en el parque. Inés Pilar los miró con desprecio y les dijo: "¿Qué hacen aquí? Este lugar es para gente importante como yo".
Los niños no le prestaron atención y siguieron jugando felices. Inés Pilar se enfureció al ver que nadie la admiraba como ella quería.
De repente, un anciano apareció frente a ella y le dijo: "Princesa Inés Pilar, estás muy equivocada. La verdadera grandeza no está en el poder ni en la riqueza, sino en el corazón". Inés Pilar lo ignoró e intentó seguir su camino, pero algo extraño comenzó a ocurrirle.
Sus vestidos lujosos desaparecieron y su piel se volvió áspera y descuidada. La princesa quedó desconcertada ante aquel cambio repentino. Fue entonces cuando recordó las palabras del anciano sabio.
Decidió cambiar su actitud hacia los demás y comenzar a ser amable con todos los habitantes de Rosario. Poco a poco fue recuperando su belleza interior reflejándose también en su exterior. Los vecinos empezaron a aceptarla nuevamente entre ellos gracias al cambio positivo que había tenido.
Un día, mientras paseaba por el parque donde había visto jugar a los niños anteriormente, se encontró con ellos de nuevo. Esta vez, en lugar de mirarlos con desprecio, se acercó a jugar y reír junto a ellos.
Los niños estaban felices de ver que la princesa Inés Pilar había cambiado y ahora era una persona amable y divertida. Inés Pilar se dio cuenta de que ser amable no solo hacía feliz a los demás, sino también la hacía feliz a ella misma.
Desde ese día, la princesa Inés Pilar cambió su actitud para siempre y se convirtió en una persona querida por todos los habitantes de Rosario.
Aprendiendo así que el poder no está en las riquezas ni en el egoísmo, si no en la bondad del corazón.