La Princesa del Bosque Encantado y los Siete Guardianes
En un reino muy lejano, donde los bosques eran tan densos que apenas dejaban pasar la luz, vivía una princesa llamada Elara. Su piel era de un suave tono dorado y tenía unos ojos verdes como hojas frescas. A Elara le encantaba explorar el Bosque Encantado, donde los árboles susurraban secretos y los animales hablaban.
Un día, mientras paseaba entre los árboles, escuchó un lamento. Curiosa, siguió el sonido hasta encontrar a un pequeño ciervo atrapado en unas ramas.
"¡Ayuda, por favor!" - dijo el ciervo angustiado.
"No te preocupes, pequeño. ¡Voy a ayudarte!" - respondió Elara.
Con cuidado, la princesa movió las ramas y liberó al ciervo. Agradecido, el ciervo la miró con ojos brillantes.
"Gracias, Princesa Elara. Soy un guardián del bosque. Hay siete de nosotros y estamos aquí para proteger este lugar mágico. Ojalá puedas ayudarnos también.
Elara sonrió, intrigada.
"¿Cómo puedo ayudar?" - preguntó.
"Una sombra oscura se cierne sobre el bosque y está ahuyentando a los animales. Necesitamos tu valentía para enfrentarlo." - explicó el ciervo.
Intrépida, Elara decidió acompañar al ciervo a la reunión de los siete guardianes. Cuando llegaron, se encontró con seis criaturas mágicas: un búho sabio, una ardilla astuta, un lobo leal, una tortuga paciente, un pez brillante y una mariposa colorida.
"¡Bienvenida, princesa!" - dijo el búho con voz serena.
"Estamos en un gran apuro. La sombra está despojando al bosque de su magia. Sin magia, no habrá más luz para guiar a los animales."
"¡Debemos actuar ya!" - exclamó la ardilla.
Elara los miró decidida.
"¡Cuenten conmigo! ¿Cuándo enfrentaremos a esta sombra?"
Los guardianes se miraron con aprecio.
"Mañana al amanecer, nos dirigiremos a la cima de la colina. Allí nos enfrentaremos a la sombra. Necesitaremos tu luz interior, Elara." - dijo la tortuga lentamente.
Esa noche, Elara se preparó. Se sentó bajo un árbol antiguo y pensó en todo lo que amaba del bosque. Con cada recuerdo, sentía cómo una chispa brillaba en su corazón.
A la mañana siguiente, Elara y los siete guardianes subieron la colina. Cuando llegaron a la cima, la sombra apareció, envolviendo todo a su alrededor.
"¿Quién osa desafiarme?" - rugió la sombra, que parecía formada de oscuridad pura.
"Yo soy la Princesa Elara y estoy aquí para defender mi hogar." - contestó con firmeza.
La sombra se rió.
"¿Y qué puedes hacer tú contra mí?"
"Tengo el amor por este bosque y la fuerza de sus criaturas. ¡No voy a dejar que me apagues!"
Con valor, Elara cerró los ojos y dejó que su luz interior brillara. ¡De pronto, una brillante luz dorada comenzó a irradiar de su corazón! La sombra tembló, y el aire a su alrededor brilló con colores vivos.
"¡No! ¡La luz no!" - gritó la sombra.
Elara, más fuerte que nunca, levantó su mano. La luz se expandió y envolvió la sombra, ahuyentándola lejos del bosque.
Una ola de alegría recorrió a los guardianes y al bosque.
"¡Lo lograste, princesa!" - aclamó el lobo, moviendo la cola.
"¡Eres la mejor!" - chilló la mariposa mientras danzaba en el aire.
Elara sonrió, sintiendo la calidez de su victoria.
"No soy solo yo. ¡Juntos somos más fuertes! Gracias a todos ustedes por ayudarme a descubrir mi luz."
Los guardianes sonrieron, sabiendo que con Elara a su lado, el bosque estaría siempre protegido y lleno de magia. Y así, Elara se convirtió en la Princesa del Bosque Encantado, siempre lista para enfrentarse a cualquier oscuridad, con el amor y el apoyo de sus siete amigos guardianes.
FIN.