La Princesa Deysi y el Caballero Stalin



Érase una vez en el Reino de Colibrí, donde los colores brillaban más que en cualquier otro lugar del mundo y los árboles tenían hojas de mil matices. En este reino vivía la Princesa Deysi, conocida por su gran ingenio y espíritu aventurero. Pero un día, una bruja celosa la encerró en una torre alta y solitaria.

Día tras día, la princesa miraba desde su ventana, soñando con volver a correr por los jardines del palacio. Un buen día, mientras la princesa observaba a los pájaros volar, un caballero valiente apareció en las puertas del castillo. Su nombre era Stalin, y era conocido por su nobleza y valentía.

"¿Quién está allí?" - preguntó Deysi al ver a Stalin.

"Soy el Caballero Stalin, y he venido a rescatarte, Princesa Deysi," respondió él con voz firme.

"Pero no es tan fácil, caballero. La bruja tiene muchos hechizos y trampas alrededor de esta torre," respondió la princesa con una sonrisa desafiante.

Stalin se quedó pensativo y, después de un momento, dijo: "Debemos ser astutos. No sólo podemos depender de la fuerza." Juntos, comenzaron a trazar un plan. Mientras tanto, la bruja los espiaba desde las sombras, curiosa por sus intentos de escapar.

"¿Por qué no probamos con una estrategia?" - propuso Deysi. "Si logramos hacer que la bruja se distraiga, quizás podamos escapar."

"Tienes razón," dijo Stalin. "Por eso, tendrás que ser la que la engañe. Yo me encargaré de distraer su magia mientras tú haces tu parte."

La princesa aceptó el reto y, con su ingenio, ideas creativas comenzaron a surgir. Decidieron crear un engaño. La princesa hizo unas muñecas de trapo con un poco de ropa que le quedaba y, usando su voz, las hizo hablar.

"Las muñecas están bailando para el Rey!" - exclamó la bruja al llegar, maravillada por el espectáculo. "¡Nunca había visto algo así!"

Eso le dio a Stalin la oportunidad de actuar. "Ahora, con cuidado, vamos hacia la salida," le dijo a Deysi. Cuando la bruja se giró hacia las muñecas, ellos comenzaron a bajar por la escalera. Pero no todo salió como esperaban, la bruja se dio cuenta de su plan demasiado tarde.

"¡Alto!" - gritó la bruja mientras lanzaba un hechizo. Pero Deysi y Stalin ya estaban en movimiento. Se deslizaron hacia la salida, pero este camino también tenía sus complicaciones.

Pronto se encontraron en un jardín mágico lleno de flores luminosas.

"¡Mira esas flores!" - dijo Deysi, maravillada. "Son hermosas pero no debemos detenernos."

"Tienes razón. Déjame tomar una flor. Tal vez podamos usarla para crear otra distracción," dijo Stalin.

Mientras comenzaban a recoger flores, la bruja apareció de nuevo. "¡No se escapan tan fácilmente!" - gritó, y comenzó a lanzar hechizos hacia ellos.

Deysi usó la flor, sosteniéndola en el aire. "¡Mira, la flor tiene luz!" La luz brillante distrajo a la bruja por un momento, y Stalin aprovechó para correr junto con Deysi hacia un camino que se adentraba en el bosque.

Después de correr y esconderse, se detuvieron a tomar aliento y se dieron cuenta de que estaban bajo un gran árbol. Allí, empezaron a hablar sobre su aventura y cómo trabajar en equipo los había llevado hasta aquí.

"Gracias, Deysi. Sin tu ingenio, nunca lo hubiéramos logrado," dijo Stalin sonriendo.

"Y gracias a vos, Stalin. Analizaste la situación de una manera muy sabia," respondió la princesa.

Ambos entendieron que cada uno tenía su propio talento y que trabajando juntos, podían superar cualquier desafío. Decidieron regresar al castillo, no solo para rescatar a Deysi, sino también para enfrentar a la bruja juntos.

"Esta vez usaremos nuestros talentos juntos, como un verdadero equipo," dijo Deysi.

"Sí, el valor de la amistad es más poderoso que cualquier hechizo," afirmó Stalin.

Con su nueva estrategia, regresaron al castillo, preparándose para enfrentar el desafío final. Esta vez, no solo lucharían contra la bruja con fuerza, sino que usarían su ingenio, creatividad y, sobre todo, su amistad. Juntos, se adentraron en el castillo, listos para lo que vendría, porque sabían que la verdadera fuerza reside en la colaboración y el respeto mutuo.

Así, la Princesa Deysi y el Caballero Stalin no solo lograron vencer a la bruja, sino que también aprendieron que la unidad hace la fuerza. El Reino de Colibrí celebró su valentía y creatividad, recordando siempre la valiosa lección de cómo la amistad y el trabajo en equipo pueden superar cualquier mal.

FIN.

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