La Princesa Dragón y el Poder de la Amabilidad



Había una vez, en un reino lejano, una princesa llamada Lía que no era una princesa común. Ella era la Princesa Dragón, porque tenía el poder de transformarse en un dragón enorme y brillante. Su padre, el Rey Ignatius, y su madre, la Reina Selene, le habían enseñado a ser valiente y fuerte. Sin embargo, Lía había aprendido algo aún más importante: la amabilidad.

Un día, mientras exploraba el bosque transformada en dragón, Lía escuchó un gran ruido. Se acercó volando y vio a una pequeña ardilla atrapada en una trampa.

"¡Ayuda! ¡Por favor!" - gritaba la ardilla.

Lía, con gran cuidado, bajó y se transformó en humana.

"No te preocupes, pequeña, lo resolveré" - dijo Lía, usando su magia para liberar a la ardilla.

"¡Gracias, Princesa Dragón!" - exclamó la ardilla, con sus ojos brillando de alegría. "Prometo ayudarte algún día."

Lía sonrió y continuó su camino, sin pensar en las palabras de la ardilla. Sin embargo, semanas después, el reino fue atacado por un malvado guerrero llamado Garrick, que quería robar los tesoros del castillo.

Esa noche, el rey Ignatius convocó a su consejo.

"Debemos preparar el ejército para luchar contra Garrick" - dijo el rey, con voz firme.

Lía se sintió triste.

"Papá, ¿no hay otra forma de resolver esto?" - preguntó ella. "Podríamos intentar hablar con él, mostrarle nuestra amabilidad."

"Amor, la amabilidad no detiene a un guerrero. Necesitamos fuerza y coraje" - respondió la reina Selene. Aunque Lía entendía, su corazón creía que había otra manera.

Esa noche, Lía decidió actuar por su cuenta. Se transformó en dragón y voló hacia la guarida de Garrick. Cuando llegó, lo encontró sentado en un gran tronco, molesto y frustrado.

"¿Qué quieres, dragona?" - gruñó Garrick, brandiendo su espada.

"He venido a hablar contigo" - dijo Lía, calmadamente. "¿Por qué atacas nuestro reino? ¿Qué es lo que realmente deseas?"

Garrick frunció el ceño.

"No tengo tiempo para charlas de dragones" - respondió. Pero Lía no se rindió.

"Te entiendo, muchas veces los deseos de una persona vienen de la tristeza. Pero también hay cosas que podemos hacer juntos, si decides ser amable."

Garrick la miró sorprendido.

"¿Amable? ¿Tú?"

"Sí, te ofrezco amistad y una oportunidad de compartir lo que necesitamos. No tienes que luchar solo" - dijo.

En el fondo, Garrick comenzaba a dudar de su lucha.

"Pero... nadie me quiere. Siempre he estado solo" - confesó, su voz temblando.

Lía se acercó con sinceridad y le habló de cómo la amabilidad había ayudado a su reino a prosperar.

"Juntos podríamos ser más fuertes. Te invito a la fiesta de amistad que haremos en el castillo. Allí podrías ver cuánto valor tiene la bondad y el trabajo en equipo."

Garrick se quedó en silencio, pensando. Por último, respondió:

"Está bien. Iré a tu fiesta, pero no prometo nada."

Lía regresó al castillo y, a pesar de la incertidumbre, se preparó para la gran fiesta.

El día del evento, Garrick llegó con desconfianza, pero fue bien recibido por todos. Cuando la música sonó y la gente bailó, algo cambió en él. Los rostros alegres y las sonrisas comenzaron a tocar su corazón.

Al final de la noche, Garrick se dio cuenta de que no necesitaba luchar para ser fuerte.

"Me he dado cuenta de que hay un camino diferente. La amabilidad y la amistad son un verdadero tesoro" - dijo, sus ojos brillando como nunca.

Lía sonrió, feliz de que su mensaje hubiera llegado. Desde ese día, Garrick no fue un enemigo, sino un aliado de Lía y su reino, y juntos llevaron la alegría y la paz a todos los rincones.

Así, la Princesa Dragón aprendió que a veces, la verdadera fuerza no se encuentra en una espada, sino en la bondad y el entendimiento.

Y así, el reino vivió feliz, al abrigo de una amistad fortalecido por la amabilidad, recordando siempre que cada acto de bondad cuenta.

Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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