La Princesa, el Gato y el Ratón



Había una vez, en un reino lejano, una hermosa princesa llamada Isabella que siempre llevaba un vestido rosa. Un día, decidió pasear por los jardines del castillo junto a su querido gato gris, al que llamaba Nube. Nube era un gato juguetón y tenía una mirada curiosa que siempre lo metía en aventuras.

Mientras caminaban, de repente, un pequeño ratón blanco apareció saltando entre las flores. -¡Ay! ¡Un ratón! -gritó Isabella asustada, mientras Nube se ponía en posición de caza, con los ojos muy abiertos.

El ratón, que se llamaba Blanco, detuvo su carrera y, temblando un poco, dijo:

-¡No me hagas daño! ¡Solo paseaba por aquí!

Isabella, todavía asustada, le preguntó:

-¿Por qué no corres? ¡Soy la princesa y tengo un gato!

Blanco, con su voz temblorosa, respondió:

-Yo no quiero ser el almuerzo de nadie. Solo me gustaría tener un amigo.

Isabella soltó una risita.

-¡No quiero hacerte daño! Pero nunca había conocido a un ratón que hablara.

Nube, al escuchar esto, decidió acercarse. -No le hagas miedo, Isabella. Tal vez solo esté buscando compañía como nosotros. -

Intrigada, Isabella se agachó y le dijo a Blanco:

-¿Te gustaría acompañarnos a dar una vuelta por el castillo?

Blanco, que no podía creer lo que escuchaba, saltó de alegría. -¡Sí, por favor! No tengo amigos y me encantaría explorar juntos.

Así que, aunque al principio parecían ser tan diferentes, los tres comenzaron a caminar hacia el castillo. En el camino, jugaban y compartían historias. Isabella relató cómo sería convertirse en reina, Nube habló sobre sus travesuras nocturnas y Blanco contó los secretos de los rincones que más le gustaban de los jardines.

Cuando llegaron al castillo, Isabella estaba emocionada de mostrar a Blanco su habitación. -Mirá, aquí es donde guardo mis libros de cuentos. -dijo señalando una estantería llena de libros.

-¡Son muchos! -exclamó Blanco, sorprendiendo a Isabella con su entusiasmo.

Los tres amigos se acomodaron en la habitación y comenzaron a leer un cuento en voz alta. Mientras leían, de pronto, Nube saltó por la ventana y se dio cuenta de que había hecho un gran lío.

-¡Oh no! ¡Mis flores! -gritó Isabella mientras miraba por la ventana, horrorizada.

-¡No te preocupes! -dijo Blanco muy decidido- ¿Puedo ayudar?

Isabella lo miró sorprendida. -¡Claro! ¿Cómo puedes ayudar?

-Si me dejas, puedo correr entre las flores y arreglarlas. A las flores les gusta estar juntas. -ofreció Blanco con mucha seguridad.

Isabella sonrió y le dio una oportunidad. -¡Está bien! ¡Hazlo, amigo! -

Con astucia y rapidez, el pequeño ratón se zambulló entre las flores, moviéndolas con delicadeza. Nube, completamente emocionado, comenzó a ayudar haciendo un pequeño lío, pero al mismo tiempo, ayudaba a que las flores volvieran a su lugar.

Cuando terminaron, las flores estaban más hermosas que nunca. Isabella aplaudió emocionada. -¡Son un gran equipo! -

Después de esa divertida tarde, los tres amigos se dieron cuenta de que, aunque eran diferentes, juntos hacían magia. Desde ese día, la princesa Isabella, el gato Nube y el ratón Blanco se volvieron los mejores amigos del reino.

Siguieron explorando el castillo, aprendiendo y disfrutando de la vida juntos. A veces hacían travesuras, otras veces se enfrentaban a desafíos, pero siempre se apoyaban mutuamente.

Y así, vivieron felices en el gran castillo, demostrando que la amistad puede florecer en los lugares más inesperados. Cuando pensamos en la diferencia, a veces olvidamos que lo que realmente nos une es el amor y la alegría.

Colorín Colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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