La princesa generosa
Había una vez una princesa llamada Angela, quien vivía en un imponente castillo rodeado de espinas. La princesa era conocida por su avaricia y su deseo constante de tener más y más riquezas.
Además, tenía una mascota muy especial: un dragón llamado Fuego. Un día, mientras exploraba el bosque cercano al castillo, Angela encontró un mapa antiguo que prometía llevarla a un tesoro oculto.
Llena de emoción y codicia, decidió seguir las indicaciones del mapa para encontrar la fortuna que tanto anhelaba. Con el dragón Fuego como su fiel compañero, Angela se adentró en un viaje lleno de peligros y desafíos.
A medida que avanzaban siguiendo el mapa, se dieron cuenta de que cada vez había menos espinas en el camino y la naturaleza comenzaba a florecer nuevamente. En su travesía, Angela conoció a diferentes personajes como elfos amigables y hadas risueñas.
Ellos le enseñaron lecciones valiosas sobre la importancia de compartir y cuidar del medio ambiente. Un día, mientras cruzaban un puente colgante sobre un hermoso río cristalino, Angela notó algo inusual: había personas trabajando juntas para construir casas para los necesitados.
Al acercarse para investigar, descubrió que aquel tesoro oculto no era otro más que la felicidad y satisfacción de ayudar a los demás. Conmovida por esta revelación, Angela decidió cambiar su forma de ser.
Comenzó a compartir sus riquezas con los demás habitantes del reino y a utilizar su poder para mejorar la vida de los menos afortunados. A medida que el castillo se llenaba de sonrisas y alegría, las espinas comenzaron a desaparecer por completo. El lugar se transformó en un hermoso jardín donde todos vivían en armonía.
Un día, mientras Angela paseaba por el jardín con Fuego, encontraron una pequeña flor creciendo entre las piedras del antiguo castillo.
La princesa se agachó y la acarició con ternura, recordando cómo había sido su vida antes de aprender la importancia de compartir y cuidar del mundo que les rodeaba. Desde aquel día en adelante, Angela dedicó su tiempo a enseñarles a otros sobre los valores que había aprendido.
Viajó por todo el reino contando su historia y animando a las personas a ser generosas y amables. El reino floreció gracias al cambio de actitud de Angela. Las espinas desaparecieron por completo y el castillo se convirtió en un símbolo de amor y solidaridad para todos.
Y así fue como la princesa Angela dejó atrás su codicia para convertirse en una líder inspiradora, guiando a otros hacia un camino lleno de generosidad y respeto hacia los demás.
FIN.