La princesa guerrera Mariapaz
Había una vez en un reino lejano una princesa llamada Mariapaz. A diferencia de las demás princesas, a ella no le interesaban los vestidos lujosos ni las joyas brillantes.
Lo que realmente anhelaba Mariapaz era empuñar una espada y aprender el arte de la guerra. Desde pequeña, observaba con admiración a los valientes caballeros que protegían el reino y soñaba con ser como ellos.
Sin embargo, su padre, el rey, creía que una princesa debía dedicarse a labores más —"adecuadas" y se oponía rotundamente a que Mariapaz siguiera ese camino. Pero la determinación de la princesa era tan fuerte como el acero de una espada.
Decidió entrenar en secreto todas las noches, practicando con palos y piedras en el jardín del castillo. A medida que pasaba el tiempo, su destreza iba creciendo y su sueño de convertirse en guerrera se hacía más grande.
Un día, mientras paseaba por el bosque cercano al castillo, Mariapaz escuchó gritos desesperados. Siguiendo el sonido, descubrió que un grupo de aldeanos estaba siendo atacado por feroces bandidos. Sin dudarlo un segundo, la princesa sacó su espada improvisada y corrió hacia ellos para enfrentarlos.
Los bandidos se sorprendieron al ver a una joven princesa desafiándolos con tanta valentía. Pero Mariapaz demostró ser una rival formidable: esquivaba golpes, contraatacaba con rapidez y protegía a los aldeanos con fiereza. Finalmente logró derrotar a los maleantes y salvar al pueblo.
A partir de ese día, la fama de la princesa guerrera se extendió por todo el reino. Muchos jóvenes admiraban su coraje y determinación, mientras que algunos nobles veían su presencia como una amenaza para sus privilegios.
El rey se vio obligado a reconocer el valor de su hija y finalmente aceptó que Mariapaz siguiera entrenando como guerrera.
La princesa había demostrado que no importa tu origen o tu género; lo importante es seguir tus sueños con perseverancia y valentía. Así fue como Mariapaz se convirtió en la primera princesa guerrera del reino, inspirando a muchas otras niñas a seguir sus pasos y demostrando que no hay límites para aquellos que luchan por lo que creen.
Y colorín colorado, este cuento ha terminado pero su legado continuará vivo por siempre en las mentes de quienes lo escuchen.
FIN.