La Princesa Laura y el Dragón del Monte Verde
En un reino lejano, rodeado de frondosos bosques y altas montañas, se alzaba el imponente Castillo de Villabella. En su interior vivía la valiente Princesa Laura, conocida por su corazón bondadoso y su curiosidad insaciable. Un día, Laura decidió explorar más allá de los límites del castillo, con la esperanza de descubrir aventuras emocionantes.
Al caer la tarde, la princesa se aventuró a una montaña conocida como el Monte Verde. La leyenda decía que en lo alto de la montaña vivía un dragón, quien custodiaba un tesoro ancestral.
Mientras subía por el sendero, Laura se encontró con un pequeño sapo que estaba atrapado en una red de espinas.
"¡Ayuda! ¡Estoy atascado!" - gritó el sapo, moviendo sus patas frenéticamente.
"No te preocupes, ¡te sacaré de ahí!" - respondió Laura, con determinación.
Con cuidado, la princesa cortó las espinas con su espada, que había encontrado en la sala de armas del castillo. Al liberarse, el sapo la miró con gratitud.
"¡Muchas gracias, Princesa Laura! Soy más que solo un sapo, en verdad soy un príncipe encantado. Mi nombre es Sebastián. Si me ayudas a recuperar mi forma humana, te prometo cuidar de ti mientras atravieses el Monte Verde".
Laura, emocionada pero sorprendida, le preguntó cómo podía ayudarlo.
"Debes encontrar una flor mágica que crece en la cima de la montaña. Allí, deberás hacer un deseo sincero para romper el hechizo" - explicó Sebastián.
Laura asintió y continuaron juntos hacia la cima del monte. Al llegar a un claro, se encontraron con el dragón anidando en una de las rocas.
"¡Quién osa interrumpir mi descanso!" - rugió el dragón con una voz profunda y resonante.
Laura, temerosa pero firme, le contestó:
"Soy la Princesa Laura y he venido en búsqueda de una flor mágica para liberar a un príncipe encantado. No venimos a hacerte daño, solo buscamos un deseo justo".
El dragón miró a Laura durante varios segundos, evaluando su sinceridad.
"Mmm... muy bien, pequeña. Pero primero, deberás demostrarme valentía y compasión. Debes ayudarme con un problema que tengo: he perdido mi lanza mágica en un lago cerca de aquí. Regresa con ella y te permitiré pasar" - dijo el dragón, cruzando sus alas enormes.
Laura sintió que estaba ante un desafío, pero aceptó.
"¡Está bien! Te prometo que volveré con tu lanza" - exclamó.
Así que, emprendió el camino hacia el lago, dejando a Sebastián en el claro. Cuando llegó, vio que había varios objetos en el agua.
"¿Cuál será?" - se preguntó mientras buscaba entre los brillos del lago.
Por el reflejo del sol, pudo discernir una lanza plateada asomándose entre las algas. Laura se sumergió y la tomó con determinación. Regresó corriendo al dragón y le mostró la lanza.
"¡Aquí está tu lanza!" - gritó, entregándosela.
El dragón, asombrado, sonrió.
"Has demostrado gran coraje y generosidad, Princesa. Ahora, puedes continuar tu camino. La flor mágica está justo en la cima, junto a una fuente. Haz tu deseo y liberarás a Sebastián".
Laura subió emocionada la última parte de la montaña, donde encontró la brillante flor y la fuente.
"Deseo que Sebastián vuelva a ser un príncipe de verdad" - dijo con el corazón en la mano.
De repente, una brillante luz envolvió el lugar y Sebastián frente a ella se transformó en un hermoso príncipe. Se dio cuenta de cuánto habían crecido juntos durante su aventura.
"¡Muchas gracias, Princesa Laura!" - exclamó Sebastián, ahora con un traje encantador.
"No lo hice solo por ti, también lo hice porque creo en ayudar a los que lo necesitan" - respondió Laura con una sonrisa.
Desde aquel día, Laura y Sebastián se convirtieron en grandes amigos y juntos aprendieron la importancia de la valentía, la generosidad y el trabajo en equipo. Más tarde volvieron a Villabella, donde contaron sus aventuras al pueblo, inspirando a otros a ser valientes y hacer el bien.
Y así, la Princesa Laura se convirtió en una gran heroína, conocida por su bondad y valentía, mientras que el príncipe Sebastián se unió a ella en su camino por hacer del reino un lugar mejor, lleno de amistad y magia.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.