La Princesa María y el Festival del Sabor
Érase una vez una princesa llamada María que vivía en un hermoso castillo rodeado de jardines llenos de flores. Todos los días, en la mesa real, se servía solo un platillo: ¡asado! Aunque a muchos les encantaba, María empezaba a sentir que había algo más allá del asado.
Un buen día, mientras miraba por la ventana, vio a los niños del pueblo jugar y reír. '-¿Qué estarán comiendo? -' se preguntó. Curiosa e impulsada por el deseo de probar nuevos sabores, decidió salir de su castillo.
María se puso su caba y salió en busca de aventura. Caminó por el bosque y, mientras exploraba, se encontró con un grupo de animales que reunían alimentos para un gran festín. Había un conejo, un pato, un zorro y una tortuga.
'-Hola, pequeños amigos. ¿Qué hacen? -' preguntó María.
'-Estamos organizando un festival del sabor y queremos invitar a todos. Pero necesitamos más recetas para hacer la fiesta inolvidable.-' dijo el conejo.
María se iluminó. '-¡Yo tengo una idea! Podríamos hacer un plato de cada parte del mundo. Cada uno trae un ingrediente que le guste.-' propuso.
Los animales se entusiasmaron con la idea y comenzaron a planificar. En su primer encuentro, el pato trajo arroz y salsa de soja, el zorro trajo cebollas y especias, y la tortuga trajo vegetales frescos del huerto. María, emocionada, decidió preparar una ensalada con todo lo que recopilaban.
Con el paso de los días, la noticia del Festival del Sabor se extendió por todo el reino. Todos querían participar, trayendo sus platos y recetas especiales. Hasta el cocinero del castillo, que se había dado cuenta de que había un mundo culinario más allá del asado, estaba ansioso por aprender y ayudar.
Finalmente, llegó el día del festival. En la plaza, las mesas estaban llenas de comidas de diferentes culturas: pastas, sushi, empanadas, curry y mucho más. La gente del pueblo y del castillo se unió para disfrutar esta gran fiesta.
'-¡Es el mejor día de mi vida! -' gritó María mientras probaba un poco de todo. La princesa se dio cuenta de que la comida no solo alimentaba el cuerpo, sino que también unía a las personas.
Al finalizar el día, María dijo con una sonrisa:
'-Nunca más comeré solo asado. A partir de ahora, celebraré la diversidad de sabores y compartiré esta experiencia con todos en el castillo.-' Y así, la cocina del reino se convirtió en un lugar donde se celebraban los sabores del mundo.
Desde aquel día, la Princesa María siguió explorando recetas y llevando la alegría a su pueblo. El asado seguía siendo parte de las comidas, pero ya no era el único. La princesa aprendió que la vida está llena de diferentes sabores y que compartirlos hace que todo sea mejor.
FIN.