La Princesa Melodía y el Bosque Bohemio
En un reino lejano, rodeado de majestuosos montes y ríos relucientes, vivía una princesa llamada Melodía. Mientras sus amigas se pasaban el día jugando en el castillo, Melodía prefería explorar el encantador bosque que se encontraba al otro lado del jardín. Era un bosque lleno de criaturas mágicas, árboles cantarines y flores que danzaban al compás de un suave viento.
Desde muy pequeña, Melodía había descubierto un talento especial: podía comunicarse con los animales. Su don la hacía sentir única, pero también la llenaba de preguntas.
Un día, mientras paseaba, escuchó a un pajarito cantando con tristeza. Se acercó y le preguntó:
"¿Por qué estás tan triste, pequeño amigo?"
"Porque me he perdido y no puedo encontrar a mi familia", respondió el pajarito con un tono melancólico.
"¡No te preocupes! Te ayudaré a encontrarla", prometió la princesa con determinación.
Melodía siguió al pajarito, preguntando a cada criatura que encontraba en el camino. Un conejo, una ardilla y hasta un ciervo se unieron a su búsqueda, entusiasmados por ayudar.
Pero cuando llegaron al claro del bosque, se encontraron con un problema: un gran río bloqueaba su camino.
"¿Cómo cruzaremos? No sé nadar", dijo la ardilla un poco asustada.
"No podemos rendirnos ahora, ¡tenemos que pensar!", exclamó Melodía.
La princesa observó el paisaje y de repente tuvo una idea.
"¡Podemos construir un puente con las ramas de los árboles!", sugirió con entusiasmo.
"¡Esa es una gran idea!", choró el ciervo.
Juntos, comenzaron a recolectar ramas, hojas y flores. Melodía dirigía la construcción mientras animaba a todos con su voz melodiosa.
"¡Un poco más a la izquierda! ¡Ahora amarrá esta rama con las lianas!", daba instrucciones.
Finalmente, el puente estaba listo.
"¡Lo logramos!", gritó el conejo mientras cruzaba con alegría.
Una vez al otro lado, el pajarito se llenó de esperanza. Siguiendo el canto del pajarito, la comitiva se acercó a un grupo de aves.
"¡Mira, ahí están mis amigos!", exclamó el pajarito, volando emocionado hacia ellos.
Las aves se reunieron y comenzaron a cantar, llenando el aire con melodías alegres.
"Gracias, Melodía. Sin tu ayuda, nunca los habría encontrado", dijo el pajarito emocionado.
"Estoy muy contenta de que estén juntos de nuevo", respondió la princesa, sintiendo un calorcito en su corazón.
Pero al regresar, se encontró con otra sorpresita. Un grupo de duendes traviesos comenzaba a desarmar su puente.
"¡Alto! Eso no se hace!", exclamó Melodía con firmeza.
"¿Por qué no nos dejas jugar?", rió uno de los duendes.
"Porque lo construimos para ayudar a un amigo y necesitamos que esté en pie", respondió ella con tranquilidad.
Los duendes, sorprendidos por su valentía, se detuvieron.
"Nunca habíamos pensado en ayudar a otros. ¿Es divertido?", preguntó uno de ellos.
"¡Es lo más divertido que hay!", dijo Melodía.
"¿Quieren unirse a nosotros?", ofreció.
Los duendes, intrigados, aceptaron. Juntos, ayudaron a Melodía a reforzar el puente y a construir otras pequeñas pasarelas en el bosque.
Desde entonces, el bosque se convirtió en un lugar de juegos y compañerismo. La princesa Melodía no solo ayudó a un pajarito a reunirse con su familia, sino que también enseñó a los duendes la alegría de ayudar.
Y así fue cómo la Princesa Melodía descubrió que su talento no solo era comunicarse con los animales, sino también unir a todos en el bosque para cuidar y disfrutar de su mágico hogar. El bosque se llenó de risas y canciones, y su espíritu cooperativo se sintió en cada rincón.
Desde ese día, el bosque bohemio se convirtió en un símbolo de amistad y colaboración, dos valores tan importantes que Melodía atesoró en su corazón para siempre.
FIN.