La princesa obediente



Había una vez una princesa llamada Sofía, quien vivía en un hermoso castillo en medio de un frondoso bosque. Su padre, el rey Alejandro, era muy amoroso con ella y siempre le daba buenos consejos para protegerla.

Un día, la curiosidad se apoderó de la princesa Sofía y decidió escaparse del castillo sin decirle nada a su padre. Pensó que sería emocionante aventurarse por el bosque y descubrir cosas nuevas por su cuenta.

Mientras caminaba despreocupadamente entre los árboles, de repente se encontró con unos lobos hambrientos que comenzaron a perseguirla. La princesa corrió tan rápido como pudo, pero no podía escapar de ellos.

Justo cuando parecía que todo estaba perdido, apareció el rey Alejandro montado en su caballo blanco. Con valentía y destreza logró ahuyentar a los lobos y rescatar a su hija. Sofía estaba asustada y arrepentida por haber desobedecido a su padre.

Llorando abrazó fuertemente al rey Alejandro mientras él le explicaba lo peligroso que había sido salir sola al bosque sin avisarle. El rey Alejandro llevó a la princesa de regreso al castillo y le habló con dulzura pero firmeza: "Querida Sofía, te amo más que nada en este mundo.

Mi mayor deseo es protegerte y cuidarte siempre. No quiero que vuelvas a poner tu vida en peligro.

"La princesa Sofía comprendió lo equivocada que había estado al desobedecer a su padre y se prometió a sí misma nunca más hacer algo así. A partir de ese día, decidió escuchar los consejos sabios del rey Alejandro y aprender de sus experiencias. Con el tiempo, la princesa Sofía se convirtió en una joven inteligente y valiente.

Siempre recordaba las enseñanzas de su padre y se esforzaba por ser responsable y cuidadosa en todas sus decisiones.

El rey Alejandro estaba orgulloso de su hija, quien había aprendido la importancia de obedecer a tiempo y reconocer cuando había cometido un error. Juntos, construyeron un vínculo aún más fuerte basado en el amor, el respeto y la confianza mutua.

Y así, la princesa Sofía vivió felizmente junto a su padre en el castillo, donde cada día aprendían nuevas lecciones juntos. Y aunque siempre habría desafíos en su camino, ella sabía que podía enfrentarlos con coraje y sabiduría gracias a las enseñanzas del rey Alejandro.

FIN.

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