La Princesa Porcina y el Sapo Encantado


Había una vez en un lejano reino, una cerda llamada Princesa que soñaba con ser valiente y aventurera. A pesar de su nombre real, ella no se sentía como una verdadera princesa.

Siempre había admirado a los dinosaurios por su fuerza y agilidad, así que decidió emprender un viaje para conocerlos. Un día, mientras caminaba por el bosque encantado, Princesa escuchó un ruido extraño proveniente de un estanque cercano.

Se acercó cautelosamente y descubrió a un sapo triste sentado en una hoja flotante. - ¿Qué te pasa pequeño sapito? - preguntó Princesa con curiosidad. El sapo levantó la mirada y sus ojos se llenaron de lágrimas.

- Soy el príncipe Gustavo, pero me han convertido en este feo sapo por culpa de una malvada bruja. Solo podré volver a ser humano si alguien me besa antes del atardecer - explicó el sapito con tristeza.

Princesa sintió pena por él y decidió ayudarlo:- ¡No te preocupes! Yo te besaré para que puedas recuperar tu forma humana. Justo cuando iba a cumplir su promesa, apareció Rugoso, un dinosaurio muy travieso que vivía en el bosque.

Rugoso era conocido por sus bromas pesadas y siempre buscaba divertirse a costa de los demás. - ¡Esperen! - exclamó Rugoso mientras se acercaba corriendo -. No puedes besar al sapo sin antes responder mi acertijo.

Si lo resuelves, podrás besarlo y si no, te comeré a ti y al sapo. Princesa se puso nerviosa pero decidió aceptar el desafío. Rugoso le hizo un acertijo muy difícil:- Aunque soy grande como un elefante, no puedo ser visto. Si me sigues, siempre estaré delante de ti.

¿Qué soy? Princesa pensó durante unos minutos hasta que finalmente tuvo una idea. - ¡La sombra! - exclamó con alegría. Rugoso quedó sorprendido por la inteligencia de Princesa y cumplió su palabra permitiendo que ella besara al sapo príncipe Gustavo.

En ese instante mágico, el sapo se transformó en un apuesto príncipe con una corona dorada en su cabeza. Estaba tan emocionado que abrazó a Princesa y le agradeció por haberlo liberado de su encantamiento.

Desde aquel día, Princesa y el príncipe Gustavo se convirtieron en grandes amigos y juntos vivieron muchas aventuras en el bosque encantado. Descubrieron tesoros escondidos, ayudaron a otros animales necesitados y aprendieron importantes lecciones sobre amistad y valentía.

Princesa descubrió que no era necesario ser una princesa de sangre real para tener un corazón noble y valiente. Y el príncipe Gustavo aprendió que la verdadera belleza está en el interior de las personas, sin importar su forma o apariencia física.

Así termina esta historia llena de magia y enseñanzas donde la cerda princesa, el dinosaurio travieso Rugoso y el sapo príncipe Gustavo nos enseñan que la amistad verdadera no tiene barreras y que todos tenemos el poder de hacer grandes cosas si creemos en nosotros mismos.

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