La Princesa que Quería Volar
Había una vez en un bosque encantado, una pequeña hormiga llamada Anita. Anita era muy curiosa y soñadora. Un día, mientras recogía hojas para su hormiguero, escuchó un rumor sobre una hermosa mariposa llamada Lila que podía saltar y correr por el aire. Anita, muy entusiasmada, decidió ir a buscarla.
"¡Quiero aprender a volar como Lila!" - dijo Anita con determinación.
Inició su travesía y, tras varios días de búsqueda, llegó a un claro repleto de flores donde Lila solía posarse.
"¡Lila!" - gritó Anita.
De entre las flores apareció una mariposa radiante, con alas de colores que brillaban bajo el sol.
"Hola, pequeña hormiga. ¿Qué te trae por aquí?" - preguntó Lila con una sonrisa.
"He escuchado que eres la mariposa más hermosa y habilidosa del bosque. Quiero aprender a volar como vos, ¡ayúdame!" - respondió ella ansiosa.
Lila, sorprendida, la miró con ternura.
"Querida Anita, volar no es solo un simple acto, requiere esfuerzo y confianza en uno mismo. Pero creo que hay otra forma en la que puedes ser especial, ¿qué te parece si te enseño a saltar primero?" - sugirió Lila.
Anita aceptó con entusiasmo, y Lila empezó a enseñarle los secretos del salto. Le mostró cómo flexionar sus pequeñas patas y lanzarse con fuerza al aire.
Los días pasaron, y mientras aprendía, Anita notó que podía saltar más alto de lo que nunca había soñado. Sin embargo, sentía que algo faltaba.
"¿Lila, cuándo aprenderé a volar?" - preguntó Anita una tarde, un poco desalentada.
"Primero debes sentirte cómoda y fuerte. A veces, las habilidades que anhelamos requieren tiempo y paciencia" - explicó Lila con sabiduría.
Un día, mientras estaban practicando en un bello amanecer, una tormenta repentina comenzó a acercarse al bosque. El viento soplaba fuerte, y Lila voló alto para escapar, pero pronto se dio cuenta de que su amiga estaba en peligro.
"¡Anita! ¡Necesito que saltes con todas tus fuerzas!" - gritó Lila, preocupada.
"¡Pero no puedo volar!" - respondió Anita, asustada.
"¡Confía en ti misma! ¡Usa lo que has aprendido!" - le urgió Lila.
Anita cerró los ojos, respiró hondo y recordó todos los saltos que había practicado. Con toda la fuerza que tenía, se lanzó al aire, haciendo el salto más grande de su vida. Sorprendentemente, la brisa la levantó, y sintió que estaba flotando.
"¡Lo logré!" - exclamó Anita, sintiéndose libre como nunca.
Justo en ese instante, Lila se acercó a ella y juntas se elevaron por encima de los árboles, bailarinas en el aire. La tormenta se desvaneció y el sol brilló nuevamente sobre el bosque.
"¡Anita, estás volando!" - gritó Lila, llena de alegría.
"¡Gracias, Lila! Todo lo que necesitaba era creer en mí misma!" - dijo Anita con una sonrisa deslumbrante.
Desde ese día, Anita no solo aprendió a saltar, sino que descubrió que, con confianza y perseverancia, ¡podía alcanzar nuevas alturas! Ahora, cada vez que veía a una mariposa, recordaba su crecimiento y cómo, en su búsqueda de volar, encontró su propia fuerza.
Y así, la pequeña hormiga y la mariposa se convirtieron en grandes amigas, inspirando a todos los animales del bosque a creer en sí mismos. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.