La princesa risueña
Había una vez en un reino lejano, una princesa llamada Valentina. Era una joven muy alegre y curiosa, siempre buscando nuevas aventuras. Pero había algo que la entristecía: no podía hacer reír a su padre, el Rey.
Un día, mientras paseaba por el jardín del castillo, Valentina se encontró con un payaso llamado Tomás.
Él era conocido como el payaso más divertido de todo el reino y tenía la habilidad de hacer reír a todos con sus ocurrencias. Valentina se acercó al payaso y le dijo: "¡Hola! Soy la princesa Valentina y estoy triste porque no puedo hacer reír a mi padre. ¿Podrías ayudarme?"Tomás sonrió y respondió: "Por supuesto, princesa Valentina.
Pero primero debemos encontrar algo que haga feliz a tu padre". Los dos amigos comenzaron su búsqueda por todo el castillo en busca de algo especial para alegrar al Rey.
Pasaron días explorando cada rincón hasta que finalmente encontraron un viejo libro de chistes olvidado en una sala polvorienta. Emocionados, regresaron al salón principal donde se encontraba el Rey junto a sus consejeros. La princesa tomó la palabra y dijo: "Padre, hemos encontrado algo que creemos te hará reír".
El Rey miró con curiosidad mientras Tomás comenzaba a leer los chistes del libro en voz alta. Uno tras otro, los chistes arrancaban risas tanto del Rey como de todos los presentes en la sala.
La risa llenó el castillo durante horas y Valentina sintió una gran felicidad al ver a su padre sonreír. Pero la historia no terminó ahí.
Una noche, mientras todos dormían, un grupo de ladrones invadió el castillo con la intención de robar todas las joyas y riquezas del reino. Valentina fue despertada por el ruido y rápidamente se dio cuenta de lo que estaba sucediendo. Sin pensarlo dos veces, corrió hacia el cuarto de Tomás y lo despertó.
"¡Tomás, debemos hacer algo! ¡Los ladrones están robando todo!"El payaso se levantó rápidamente y juntos idearon un plan para detener a los ladrones. Utilizaron disfraces y trucos ingeniosos para confundirlos hasta que finalmente lograron atraparlos y entregarlos a las autoridades.
Cuando amaneció, todo el reino celebraba la valentía y astucia de Valentina y Tomás. El Rey estaba orgulloso de su hija y le dijo: "Hija mía, gracias a ti he descubierto la importancia de la risa en nuestras vidas".
A partir de ese día, el Rey decidió convertir el castillo en un lugar lleno de risas y diversión. Contrató a Tomás como bufón real para alegrar a todos los habitantes del reino.
La princesa Valentina se convirtió en una gran defensora del poder curativo de la risa. Juntos, Valentina y Tomás recorrieron cada pueblo llevando sonrisas a quienes más lo necesitaban.
Y así fue como una princesa, un payaso divertido y un rey encontraron la felicidad en la sencillez de hacer reír a los demás. Fin.
FIN.